sábado, 22 de octubre de 2011

EL CRIMEN QUE GABO NO INVENTÓ

En 1981 Gabriel García Márquez publicó la novela Crónica de una muerte anunciada, basada en hechos reales ocurridos en 1951 y en los que murió un gran amigo suyo.

Por Raúl Mendoza

En el cementerio de Sucre, un pueblo de la costa atlántica colombiana, hay una tumba de granito con una lápida gris adornada con lazos y flores de plomo y estaño, la Virgen del Carmen y dos ángeles. Sobre ellos se puede leer el nombre del difunto: Cayetano Gentile Chimento, nacido el 2 de marzo de 1927 y fallecido el 22 de enero de 1951, a los veintitrés años. No es un muerto cualquiera. Cayetano es el Santiago Nasar de la novela Crónica de una muerte anunciada, la víctima real de un crimen que Gabriel García Márquez narró y publicó treinta años después con el tono testimonial de quien estuvo ahí.
Se trata de una crónica periodística, una novela policial y una historia de amor contrariado y venganza inexorable. Gabo conoció los hechos reales porque el sacrificado era gran amigo suyo, y los asesinos y demás protagonistas sus conocidos. Lo que pasó fue casi una tragedia griega: un hombre devolvió a su esposa a su familia porque ella no era virgen; la mujer señaló a Gentile como quien le quitó la virginidad; y sus hermanos, amigos del acusado, se vieron obligados a matarlo para limpiar el honor mancillado y no quedar como cobardes ante los ojos del pueblo.
Cuando la novela se publicó en 1981, la prensa fue en busca de la historia real. El semanario bogotano Magazín al Día envió a los periodistas Julio Roca y Camilo Calderón para rastrear los hechos. En el artículo ‘García Márquez lo vio morir’ describen a la víctima: “el joven sucreño Cayetano Gentile, estudiante de tercero de medicina en la Universidad Javeriana de Bogotá y heredero de la mayor fortuna del pueblo, cayó abatido a machetazos, víctima inocente de un confuso lance de honor y sin saber a ciencia cierta por qué moría”.

Un asunto de honor

Contra lo que afirma el título de ese artículo, Gabo no vio morir a su amigo. Según cuenta Dasso Saldívar en el libro El viaje a la semilla, el escritor estaba en Cartagena y la versión que escuchó fue la de su familia. La tragedia, detalles más o menos, se dispara como en la novela: Miguel Reyes Palencia –el Bayardo San Román de la historia–, que vendía mercancías de pueblo en pueblo, se casó con Margarita Chica Salas –Angela Vicario en la novela–, maestra de Sucre y ‘modista en sus ratos libres’ según varios testimonios, pero la devolvió a su familia al comprobar que ‘ya no era señorita’.
“En la noche de bodas ella me esquivaba. La siguiente noche pasó lo mismo. Trató de engañarme diciéndome que habíamos consumado el matrimonio pero que no me acordaba porque estaba borracho.
Hasta que le dije ‘O lo hacemos o esta vaina se acaba aquí’. Y cuando lo hicimos me di cuenta de que yo no era el primero”, contó Reyes hace tres años. Una vez devuelta a su familia, Margarita reveló el nombre de Cayetano Gentile, amigo de sus hermanos Joaquín y Víctor. Ahora ellos tenían que matarlo. “Si hubiera sabido lo que pasaría, no la devolvía. Cayetano era buen amigo mío”, ha contado Miguel Reyes.
No ha quedado claro, ni en la realidad ni en la novela, si en verdad Cayetano Gentile fue responsable o no de lo afirmado por Margarita. Unas versiones dicen que ella dijo su nombre para proteger al verdadero primer amante, o porque estaba segura de que sus hermanos no le iban a hacer nada ya que eran amigos, o que lo dijo a propósito para vengarse por el abandono de Cayetano tiempo atrás. Como en la novela, los asesinos hicieron todo lo posible para evitar matarlo, se pasaron el domingo diciendo que era hombre muerto para que alguien los detuviera, pero al final no pudieron eludir su destino.

Marcado para morir

El día en que lo mataron, Cayetano se encontró muy temprano con Luis Enrique y Margot García Márquez –sus vecinos y hermanos de Gabo– para acompañarlos al puerto de Sucre, a despachar una carta. Como a las ocho y treinta de la mañana partió la lancha con la correspondencia y él se despidió para ir a ver a su novia Nydia Naser y de ahí caminar hasta su casa para cambiarse de ropa e ir a su finca El Verdún. A las ocho con cuarenta y cinco minutos estaba muerto. Era lunes.
El escritor Dasso Saldívar cuenta este episodio en El viaje a la semilla: “Al doblar la esquina para desembocar en el parque y ganar el portal de su casa, vio cómo José Joaquín Chica se dirigía a él desde el otro lado del parque profiriendo insultos y blandiendo un cuchillo”. Lo que sigue se parece a la novela con ligeras variantes: Cayetano corrió a su casa, pero su madre Julieta Chimento cerró la puerta pensando que los asesinos querían entrar para matarlo adentro. Entonces él siguió corriendo y se metió a la casa de su vecino Manuel Munive Guerrero, seguido por Víctor Chica, el menor de los hermanos, que lo alcanzó en el fondo de esa vivienda.
Lo que siguió fue terrible: recibió dieciséis puñaladas con un cuchillo de carnicero –los hermanos Chica Salas eran vendedores de carne– y hasta perdió un dedo en el ataque. El joven estudiante de medicina llegó por la puerta posterior a la sala de su casa, agonizante y se derrumbó allí mientras trataba de contenerse los intestinos. Toda la escena fue vista por su madre. Gabo no lo recoge en el libro, pero Cayetano llegó a decirle: “Madre, conformidad, calma, soy inocente”; y a sus hermanos: “Venguen mi muerte”. No pudieron. Los asesinos fueron a la cárcel por varios años y después toda la familia se mudó a Sincelejo, capital de Sucre.
Por un pedido expreso de su madre, Luisa Santiaga Márquez, Gabo no se decidió a escribir y publicar hasta la muerte de Hermelinda Salas, madre de Margarita, la novia rechazada. Era su amiga. Lo que siempre lo conmovió fue no solo el crimen cometido sino la ‘responsabilidad colectiva’ en esa muerte y el hecho de que todos los protagonistas se conocieran. Contra esa práctica anacrónica y absurda de defensa del honor dirigió su novela. Estaba orgulloso de las primeras líneas. “El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar...” y fue escrupuloso en las descripciones del pueblo, de las casas y de los actores de esa tragedia.
Con el tiempo Miguel Reyes escribió un libro que se llamó Yo soy Bayardo San Román y le inició un juicio a Gabriel por Crónica de una muerte anunciada y a Eligio García Márquez por La tercera muerte de Santiago Nasar, reclamando un porcentaje de las ganancias por derechos de autor, pero perdió.
Margarita Chica murió el 2003 a los 72 años en Sincelejo, de una afección al corazón. El vínculo con la historia persistió para Gabo a través de una película que se filmó en los 80 y de una obra teatral que ha recorrido el mundo. Sesenta años han pasado desde esa muerte anunciada y treinta desde que fue contada en libro con aliento de realismo mágico.
En Sucre, la casa de Cayetano Gentile, o Santiago Nasar para millones de lectores, se convirtió primero en un hotel y después en una oficina ministerial. Hoy su tumba es punto de visita para todos aquellos que han disfrutado de la pluma del Nobel colombiano. Una crónica periodística señala que le ponen todo tipo de flores menos margaritas, para que nada recuerde a la mujer que le costó la vida.

La novela

Aparición. Crónica de una muerte anunciada fue publicada en 1981, en edición para toda la región hispanohablante, con un tiraje de un millón de ejemplares. Fueron cuatro ediciones con tirajes de 250 mil ejemplares, impresos en España, México, Argentina y Colombia, en edición de lujo y popular.

Crítica

La crítica la consideró en su momento una obra maestra y un libro que realzaba las cualidades del García Márquez escritor y periodista. El libro tiene el tono de ‘realismo mágico’ que Gabo les imprime a todos sus escritos, pero hay una precisión extrema en la descripción, los datos y el correlato temporal. “Sentía tanta urgencia de contarlo que tal vez sea el acontecimiento que definió mi vocación de escritor”, ha dicho el autor.

La película

Una versión cinematográfica de Crónica de una muerte anunciada fue filmada en 1987 por el italiano Francesco Rosi, en lo que significó el primer intento de mostrar la obra de García Márquez en un film de alto presupuesto y estrellas internacionales. Actuaron el inglés Rupert Everett (Bayardo San Román), Ornela Mutti (en la foto, como Angela Vicario), Gian María Volonté, Irene Papas y Lucía Bosé. No obtuvo buenos comentarios de la crítica, pero se acepta que la obra garciamarquiana es difícil de llevar a la pantalla. En el 2007 se hizo también El amor en los tiempos del cólera, protagonizada por Javier Bardem, con mejor suceso de taquilla pero con pocas críticas positivas.













MONTAJE E HISTORIA DE UN ASESINO

El próximo 27 de octubre el actor John Malkovich estará en Lima para presentar la obra La comedia infernal: confesiones de un asesino en serie. Estará acompañado de dos sopranos y la Orquesta Barroca de California Music Orchestra. Malkovich viene a contar la historia de Jack Unterweger, un asesino austriaco de prostitutas.

A los 24 años Jack Unterweger cumplía condena por el asesinato de una prostituta en Viena, Austria. Era 1976 y según la ley de su país le tocaba pasar allí el resto de su vida. Pero, por más increíble que parezca, luego de publicar su autobiografía Unterweger fue reconocido como novelista y poeta. Logró las simpatías del mundo intelectual y a su alrededor se construyó una campaña de solidaridad. Se pedía su libertad. Las autoridades le otorgaron el perdón por ser el vivo ejemplo de que el sistema penitenciario reformaba a criminales. Solo un par de años más tarde la historia se encargaría de demostrarles lo equivocados que estaban. Unterweger llegó a matar a once prostitutas ahorcándolas con sus prendas íntimas. Al descubrirlo, la justicia le dio cadena perpetua por segunda vez. Como no soportó la idea del encierro, acabó suicidándose el mismo día del veredicto.
Jack Unterweger no es un personaje de ficción. Existió en carne y hueso y John Malkovich es el actor que lo encarna en la obra de teatro La comedia infernal. Pero Malkovich no hace una interpretación tradicional. Él sube al escenario como el asesino resucitado. Y que además está de vuelta para presentar una novela basada en sus memorias como verdugo de prostitutas. El guión es un monólogo intercalado con arias o cantos de dos sopranos. Como fondo musical lo acompaña la Orquesta Barroca de California Music Angelica Orchestra. La puesta en escena ya lleva tres años presentándose en Europa y Estados Unidos. Esta vez le toca al Perú, su primer anfitrión sudamericano.

Una triste historia

Desde su adolescencia, Jack Unterweger fue sumando el historial delictivo que lo llevaría a prisión. A los 16 bebía hasta quedar inconsciente, era el protagonista de cualquier disturbio en la calle e incluso se hizo el proxeneta de una novia casual. El día en que la molió a golpes lo detuvieron por primera vez. La policía lo interrogó sobre su vida y él empezó por describir su traumática infancia. Fue abandonado por su madre, una joven prostituta que prefirió dejarlo a cargo de su abuelo. Por desgracia, aquel que debía cuidarlo era un alcohólico incapaz de ver por un niño. En reemplazo de una verdadera familia acabó en el reformatorio. Una triste suma de eventos desafortunados que él no eligió.

Convertido en un bestseller

Cuando Malkovich interpreta a Unterweger lo hace con sarcasmo. Lo trae a la vida con el fin de exponer su astucia para mostrarse como una víctima. Primero se presenta como un conquistador y minutos después termina por revelar su verdadera naturaleza. Desprecia a las mujeres y en especial a las prostitutas. Por eso las ahorca utilizando sus medias y sostenes. El papel de estas víctimas es interpretado por las sopranos a las que humilla antes de asesinar. Este criminal resucitado no siente remordimientos. Se burla de quienes hicieron un bestseller de la novela que Unterweger escribió mientras cumplía su primera condena.
Tras su liberación en 1990, Jack Unterweger era la nueva figura artística en Viena. Aparecía vestido con trajes carísimos, llevaba de la mano a mujeres hermosas y conducía autos del año. Era contratado por diarios y revistas como el columnista estrella. Se llamaba a sí mismo un ejemplo de reinserción social y hasta se hizo una película basada en su historia.En medio de todo el glamour, a fines de ese año, apareció una nueva prostituta ahorcada. Dos semanas después los cadáveres de otras dos mujeres –que también se dedicaban al comercio sexual– se descubrieron en las afueras de la ciudad. Todas en la misma posición. De piernas abiertas y con marcas de estrangulamiento en el cuello.

Siguiendo pistas

La policía llamó a Unterweger para un interrogatorio. No tenían cómo probar que tuviera que ver en esos casos pero los nudos en las prendas eran similares a los que hizo cuando fue condenado en 1976. Negó cualquier relación y viajó a Los Ángeles, Estados Unidos. Era junio de 1991 e iba para escribir un reportaje sobre la prostitución en ese país. Era un periodista haciendo su trabajo. Coincidentemente, una serie de homicidios se desató en la ciudad estadounidense. Tres mujeres fueron asesinadas. Todas eran prostitutas, abandonadas a la intemperie y estranguladas con sus sostenes.
Al enterarse de estos crímenes, la policía austriaca se puso alerta. Registraron un auto que Unterweger usó al salir de prisión y hallaron los rastros de una de las víctimas. Se emitió una orden de arresto y el asesino, que ya estaba de vuelta en Europa, se escondió en otras ciudades vecinas a Viena. Fugó a Canadá y luego a Estados Unidos. Mientras lo buscaban concedía entrevistas en las que se declaraba inocente.
En 1994, a pesar de todas sus coartadas y las influencias de sus amigos artistas fue extraditado y enjuiciado. El 29 de junio fue condenado a cadena perpetua. Ese mismo día, utilizando el tipo de nudo con el que asesinó a sus víctimas Unterweger se ahorcó. Una vez más el cine y la literatura lo consideraron un antihéroe víctima del sistema. Hasta una ex novia, quien pagó todos los gastos mientras huía, escribió sobre él. Pero aquí Malkovich hace hincapié en que no hace la obra para exaltar a Unterweger. Lo hace pensando en la estupidez de las mujeres que salían con él por considerarlo sexy y peligroso y, claro, también en la estupidez de todo un sistema político, legal y penitenciario que lo dejó libre.J. MalkovichJohn Malkovich, de 57 años, es un actor, productor y director de cine estadounidense. Ganó un premio Emmy como mejor actor de reparto en 1986 y ha sido nominado dos veces al Oscar como mejor actor.Se ha casado dos veces y es padre de dos hijos. Actualmente reside en Francia. Debutó en el cine con un papel en el film En un lugar del corazón (1984), de Robert Benton, por el cual consiguió su primera nominación al Oscar. Ha trabajado en importantes películas como Los gritos del silencio, El imperio del sol y Las amistades peligrosas. En el 2002 debutó como director de largometraje con El bailarín del piso de arriba basada en la historia de Abimael Guzmán y Maritza Garrido Lecca.