El 7 de febrero de 1812 nació el escritor inglés Charles Dickens. El mundo celebra su vida e innovadora y amplia obra rindiéndole un justo homenaje por su bicentenario. Este artículo publicado en el diario El Comercio busca de alguna manera revalorar la figura de este escritor, representante del realismo europeo; específicamente del realismo inglés. Enrique Sánchez Hernani explora los origenes del escritor haciendo un repaso por sus primeros años de vida, años plagados de la más absoluta miseria, hasta el momento preciso en que comienza a publicar. Es en todo sentido, una merecida y justa honra.
http://elcomercio.pe/impresa/notas/dickens-200/20120212/1373088
Dickens a los 200
Por: Enrique Sánchez Hernani
Pese a que conoció todas las penalidades que un niño pudo soportar en medio del Londres victoriano de principios del siglo XIX, Charles Dickens conoció muy pronto la fama como escritor. Ni bien acabó de cumplir los 12 años de edad, su madre, Elizabeth Barrow, lo envió a trabajar a una fábrica de betún en jornadas de diez horas diarias.
El salario era miserable: 6 o 7 chelines a la semana, menos de cuarenta dólares en la actualidad. Charles pegaba las etiquetas en los frascos de “shoes polish”. Con ese dinero, tenía que ayudar a mantener a su familia, que su padre, John Dickens, había arruinado debido a su propensión al despilfarro.
En el colmo de males, al no haber podido amortizar una deuda, este había sido enviado a la cárcel. La familia, menos Charles, tuvo que mudarse a la prisión de Marshalsea, cosa que las leyes de entonces permitían. Dickens no recibió ninguna educación hasta los 9 años.
Después acudió a una escuela en Rome Lane, Londres, y tomó cursos con un graduado de Oxford. Fue básicamente un autodidacta.
Apretado por la pobreza, se hizo pasante de un bufete de procuradores y después taquígrafo judicial.
HACIA LA RIQUEZA
Pronto, con 22 años, se empleó como periodista político en el “Morning Chronicle”. Dos años después, empezó a publicar una novela por entregas, lo que lo conduciría a la riqueza y la fama.
Su primer libro, “Los papeles póstumos del Club Pickwick”, tuvo una buena demanda. Desde entonces se dedicó a escribir relatos en los que incorporó parte de su terrible biografía.
Para 1850, cuando publica “David Copperfield”, logra vender más de cien mil ejemplares, situación asombrosa para la época.
Entonces, ya se había casado con Catherine Thompson, a quien no quería según sus biógrafos, pero con quien tuvo diez hijos.
Gracias a las ventas de sus libros y a sus lecturas públicas, pudo mudarse a grandes casas, como una ubicada en Higham, Kent, con la cual había fabulado durante su pobreza de niño.
Dickens se separó de su esposa y se involucró con Ellen Ternan, una actriz. Antes, se comentaba, había estado involucrado con la hermana de su esposa, Georgina, quien vivía con la familia para ayudar con los niños. Después quiso revivir un amor con Maria Beadnell, una antigua enamorada, ya casada, pero no lo logró. El escritor, tras sobrevivir a un grave accidente ferroviario, murió el 9 de junio de 1870, víctima de una apoplejía.
ESTILO CONMOVEDOR
Admirador de las novelas de romance gótico escritas en el siglo XVII, Dickens es, sobre todo, un gran creador de personajes. Se cree que en total logró inventar unos dos mil.
La mayoría de sus novelas se publicaron por entregas mensuales o semanales, en diarios como el “Master Humphrey’s Clock” o el “Household Words”. Posteriormente, se reimprimieron como libros.
El escritor recibió pingües ganancias, menos por los publicados en los Estados Unidos, donde los derechos de autor solo amparaban a los escritores estadounidenses.
Se ha dicho que Dickens era un experto en mantener la intriga en sus novelas, que tenían que concluir misteriosamente en cada entrega. Incluso solía auscultar a su público para modificar el giro de sus argumentos.
Se ha señalado también que sus obras denuncian la pobreza de las clases bajas en el Londres del siglo XIX.
No dudó, para ello, en incluir su biografía, como en “David Copperfield”, en la que esto es más evidente.
Sus personajes han sobrevivido porque estaban altamente idealizados y tenían siempre un toque sentimental. Incluso algunos de ellos resultan irreales, como Oliver Twist, que es inverosímilmente bueno.
O la pequeña Nell, de “La vieja tienda de antigüedades”, de la que Chesterton dijo: “No es la muerte de la pequeña Nell, sino la vida de la pequeña lo que objeto”, cuya larga escena de su muerte mantuvo en vilo a sus lectores en la época.
De las obras de Dickens se han hecho al menos 180 películas y muchas adaptaciones para la televisión. Incluso, en 1913, se hizo una película muda de “Los papeles póstumos del Club Pickwick”. “Cuento de Navidad” es la obra más filmada de Dickens.
No hay comentarios:
Publicar un comentario