En 1981 Gabriel García Márquez publicó la novela Crónica de una muerte anunciada, basada en hechos reales ocurridos en 1951 y en los que murió un gran amigo suyo.
Por Raúl Mendoza
En el cementerio de Sucre, un pueblo de la costa atlántica colombiana, hay una tumba de granito con una lápida gris adornada con lazos y flores de plomo y estaño, la Virgen del Carmen y dos ángeles. Sobre ellos se puede leer el nombre del difunto: Cayetano Gentile Chimento, nacido el 2 de marzo de 1927 y fallecido el 22 de enero de 1951, a los veintitrés años. No es un muerto cualquiera. Cayetano es el Santiago Nasar de la novela Crónica de una muerte anunciada, la víctima real de un crimen que Gabriel García Márquez narró y publicó treinta años después con el tono testimonial de quien estuvo ahí.
Se trata de una crónica periodística, una novela policial y una historia de amor contrariado y venganza inexorable. Gabo conoció los hechos reales porque el sacrificado era gran amigo suyo, y los asesinos y demás protagonistas sus conocidos. Lo que pasó fue casi una tragedia griega: un hombre devolvió a su esposa a su familia porque ella no era virgen; la mujer señaló a Gentile como quien le quitó la virginidad; y sus hermanos, amigos del acusado, se vieron obligados a matarlo para limpiar el honor mancillado y no quedar como cobardes ante los ojos del pueblo.
Cuando la novela se publicó en 1981, la prensa fue en busca de la historia real. El semanario bogotano Magazín al Día envió a los periodistas Julio Roca y Camilo Calderón para rastrear los hechos. En el artículo ‘García Márquez lo vio morir’ describen a la víctima: “el joven sucreño Cayetano Gentile, estudiante de tercero de medicina en la Universidad Javeriana de Bogotá y heredero de la mayor fortuna del pueblo, cayó abatido a machetazos, víctima inocente de un confuso lance de honor y sin saber a ciencia cierta por qué moría”.
Un asunto de honor
Contra lo que afirma el título de ese artículo, Gabo no vio morir a su amigo. Según cuenta Dasso Saldívar en el libro El viaje a la semilla, el escritor estaba en Cartagena y la versión que escuchó fue la de su familia. La tragedia, detalles más o menos, se dispara como en la novela: Miguel Reyes Palencia –el Bayardo San Román de la historia–, que vendía mercancías de pueblo en pueblo, se casó con Margarita Chica Salas –Angela Vicario en la novela–, maestra de Sucre y ‘modista en sus ratos libres’ según varios testimonios, pero la devolvió a su familia al comprobar que ‘ya no era señorita’.
“En la noche de bodas ella me esquivaba. La siguiente noche pasó lo mismo. Trató de engañarme diciéndome que habíamos consumado el matrimonio pero que no me acordaba porque estaba borracho.
Hasta que le dije ‘O lo hacemos o esta vaina se acaba aquí’. Y cuando lo hicimos me di cuenta de que yo no era el primero”, contó Reyes hace tres años. Una vez devuelta a su familia, Margarita reveló el nombre de Cayetano Gentile, amigo de sus hermanos Joaquín y Víctor. Ahora ellos tenían que matarlo. “Si hubiera sabido lo que pasaría, no la devolvía. Cayetano era buen amigo mío”, ha contado Miguel Reyes.
No ha quedado claro, ni en la realidad ni en la novela, si en verdad Cayetano Gentile fue responsable o no de lo afirmado por Margarita. Unas versiones dicen que ella dijo su nombre para proteger al verdadero primer amante, o porque estaba segura de que sus hermanos no le iban a hacer nada ya que eran amigos, o que lo dijo a propósito para vengarse por el abandono de Cayetano tiempo atrás. Como en la novela, los asesinos hicieron todo lo posible para evitar matarlo, se pasaron el domingo diciendo que era hombre muerto para que alguien los detuviera, pero al final no pudieron eludir su destino.
Marcado para morir
El día en que lo mataron, Cayetano se encontró muy temprano con Luis Enrique y Margot García Márquez –sus vecinos y hermanos de Gabo– para acompañarlos al puerto de Sucre, a despachar una carta. Como a las ocho y treinta de la mañana partió la lancha con la correspondencia y él se despidió para ir a ver a su novia Nydia Naser y de ahí caminar hasta su casa para cambiarse de ropa e ir a su finca El Verdún. A las ocho con cuarenta y cinco minutos estaba muerto. Era lunes.
El escritor Dasso Saldívar cuenta este episodio en El viaje a la semilla: “Al doblar la esquina para desembocar en el parque y ganar el portal de su casa, vio cómo José Joaquín Chica se dirigía a él desde el otro lado del parque profiriendo insultos y blandiendo un cuchillo”. Lo que sigue se parece a la novela con ligeras variantes: Cayetano corrió a su casa, pero su madre Julieta Chimento cerró la puerta pensando que los asesinos querían entrar para matarlo adentro. Entonces él siguió corriendo y se metió a la casa de su vecino Manuel Munive Guerrero, seguido por Víctor Chica, el menor de los hermanos, que lo alcanzó en el fondo de esa vivienda.
Lo que siguió fue terrible: recibió dieciséis puñaladas con un cuchillo de carnicero –los hermanos Chica Salas eran vendedores de carne– y hasta perdió un dedo en el ataque. El joven estudiante de medicina llegó por la puerta posterior a la sala de su casa, agonizante y se derrumbó allí mientras trataba de contenerse los intestinos. Toda la escena fue vista por su madre. Gabo no lo recoge en el libro, pero Cayetano llegó a decirle: “Madre, conformidad, calma, soy inocente”; y a sus hermanos: “Venguen mi muerte”. No pudieron. Los asesinos fueron a la cárcel por varios años y después toda la familia se mudó a Sincelejo, capital de Sucre.
Por un pedido expreso de su madre, Luisa Santiaga Márquez, Gabo no se decidió a escribir y publicar hasta la muerte de Hermelinda Salas, madre de Margarita, la novia rechazada. Era su amiga. Lo que siempre lo conmovió fue no solo el crimen cometido sino la ‘responsabilidad colectiva’ en esa muerte y el hecho de que todos los protagonistas se conocieran. Contra esa práctica anacrónica y absurda de defensa del honor dirigió su novela. Estaba orgulloso de las primeras líneas. “El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar...” y fue escrupuloso en las descripciones del pueblo, de las casas y de los actores de esa tragedia.
Con el tiempo Miguel Reyes escribió un libro que se llamó Yo soy Bayardo San Román y le inició un juicio a Gabriel por Crónica de una muerte anunciada y a Eligio García Márquez por La tercera muerte de Santiago Nasar, reclamando un porcentaje de las ganancias por derechos de autor, pero perdió.
Margarita Chica murió el 2003 a los 72 años en Sincelejo, de una afección al corazón. El vínculo con la historia persistió para Gabo a través de una película que se filmó en los 80 y de una obra teatral que ha recorrido el mundo. Sesenta años han pasado desde esa muerte anunciada y treinta desde que fue contada en libro con aliento de realismo mágico.
En Sucre, la casa de Cayetano Gentile, o Santiago Nasar para millones de lectores, se convirtió primero en un hotel y después en una oficina ministerial. Hoy su tumba es punto de visita para todos aquellos que han disfrutado de la pluma del Nobel colombiano. Una crónica periodística señala que le ponen todo tipo de flores menos margaritas, para que nada recuerde a la mujer que le costó la vida.
La novela
Aparición. Crónica de una muerte anunciada fue publicada en 1981, en edición para toda la región hispanohablante, con un tiraje de un millón de ejemplares. Fueron cuatro ediciones con tirajes de 250 mil ejemplares, impresos en España, México, Argentina y Colombia, en edición de lujo y popular.
Crítica
La crítica la consideró en su momento una obra maestra y un libro que realzaba las cualidades del García Márquez escritor y periodista. El libro tiene el tono de ‘realismo mágico’ que Gabo les imprime a todos sus escritos, pero hay una precisión extrema en la descripción, los datos y el correlato temporal. “Sentía tanta urgencia de contarlo que tal vez sea el acontecimiento que definió mi vocación de escritor”, ha dicho el autor.
La película
Una versión cinematográfica de Crónica de una muerte anunciada fue filmada en 1987 por el italiano Francesco Rosi, en lo que significó el primer intento de mostrar la obra de García Márquez en un film de alto presupuesto y estrellas internacionales. Actuaron el inglés Rupert Everett (Bayardo San Román), Ornela Mutti (en la foto, como Angela Vicario), Gian María Volonté, Irene Papas y Lucía Bosé. No obtuvo buenos comentarios de la crítica, pero se acepta que la obra garciamarquiana es difícil de llevar a la pantalla. En el 2007 se hizo también El amor en los tiempos del cólera, protagonizada por Javier Bardem, con mejor suceso de taquilla pero con pocas críticas positivas.
Te invito a ser parte de este periplo virtual por territorios literarios, dramáticos, musicales, de creación, actualidad social y recursos didácticos para la enseñanza de la literatura. Bienvenid@ a bordo.
sábado, 22 de octubre de 2011
MONTAJE E HISTORIA DE UN ASESINO
El próximo 27 de octubre el actor John Malkovich estará en Lima para presentar la obra La comedia infernal: confesiones de un asesino en serie. Estará acompañado de dos sopranos y la Orquesta Barroca de California Music Orchestra. Malkovich viene a contar la historia de Jack Unterweger, un asesino austriaco de prostitutas.
A los 24 años Jack Unterweger cumplía condena por el asesinato de una prostituta en Viena, Austria. Era 1976 y según la ley de su país le tocaba pasar allí el resto de su vida. Pero, por más increíble que parezca, luego de publicar su autobiografía Unterweger fue reconocido como novelista y poeta. Logró las simpatías del mundo intelectual y a su alrededor se construyó una campaña de solidaridad. Se pedía su libertad. Las autoridades le otorgaron el perdón por ser el vivo ejemplo de que el sistema penitenciario reformaba a criminales. Solo un par de años más tarde la historia se encargaría de demostrarles lo equivocados que estaban. Unterweger llegó a matar a once prostitutas ahorcándolas con sus prendas íntimas. Al descubrirlo, la justicia le dio cadena perpetua por segunda vez. Como no soportó la idea del encierro, acabó suicidándose el mismo día del veredicto.
Jack Unterweger no es un personaje de ficción. Existió en carne y hueso y John Malkovich es el actor que lo encarna en la obra de teatro La comedia infernal. Pero Malkovich no hace una interpretación tradicional. Él sube al escenario como el asesino resucitado. Y que además está de vuelta para presentar una novela basada en sus memorias como verdugo de prostitutas. El guión es un monólogo intercalado con arias o cantos de dos sopranos. Como fondo musical lo acompaña la Orquesta Barroca de California Music Angelica Orchestra. La puesta en escena ya lleva tres años presentándose en Europa y Estados Unidos. Esta vez le toca al Perú, su primer anfitrión sudamericano.
Una triste historia
Desde su adolescencia, Jack Unterweger fue sumando el historial delictivo que lo llevaría a prisión. A los 16 bebía hasta quedar inconsciente, era el protagonista de cualquier disturbio en la calle e incluso se hizo el proxeneta de una novia casual. El día en que la molió a golpes lo detuvieron por primera vez. La policía lo interrogó sobre su vida y él empezó por describir su traumática infancia. Fue abandonado por su madre, una joven prostituta que prefirió dejarlo a cargo de su abuelo. Por desgracia, aquel que debía cuidarlo era un alcohólico incapaz de ver por un niño. En reemplazo de una verdadera familia acabó en el reformatorio. Una triste suma de eventos desafortunados que él no eligió.
Convertido en un bestseller
Cuando Malkovich interpreta a Unterweger lo hace con sarcasmo. Lo trae a la vida con el fin de exponer su astucia para mostrarse como una víctima. Primero se presenta como un conquistador y minutos después termina por revelar su verdadera naturaleza. Desprecia a las mujeres y en especial a las prostitutas. Por eso las ahorca utilizando sus medias y sostenes. El papel de estas víctimas es interpretado por las sopranos a las que humilla antes de asesinar. Este criminal resucitado no siente remordimientos. Se burla de quienes hicieron un bestseller de la novela que Unterweger escribió mientras cumplía su primera condena.
Tras su liberación en 1990, Jack Unterweger era la nueva figura artística en Viena. Aparecía vestido con trajes carísimos, llevaba de la mano a mujeres hermosas y conducía autos del año. Era contratado por diarios y revistas como el columnista estrella. Se llamaba a sí mismo un ejemplo de reinserción social y hasta se hizo una película basada en su historia.En medio de todo el glamour, a fines de ese año, apareció una nueva prostituta ahorcada. Dos semanas después los cadáveres de otras dos mujeres –que también se dedicaban al comercio sexual– se descubrieron en las afueras de la ciudad. Todas en la misma posición. De piernas abiertas y con marcas de estrangulamiento en el cuello.
Siguiendo pistas
La policía llamó a Unterweger para un interrogatorio. No tenían cómo probar que tuviera que ver en esos casos pero los nudos en las prendas eran similares a los que hizo cuando fue condenado en 1976. Negó cualquier relación y viajó a Los Ángeles, Estados Unidos. Era junio de 1991 e iba para escribir un reportaje sobre la prostitución en ese país. Era un periodista haciendo su trabajo. Coincidentemente, una serie de homicidios se desató en la ciudad estadounidense. Tres mujeres fueron asesinadas. Todas eran prostitutas, abandonadas a la intemperie y estranguladas con sus sostenes.
Al enterarse de estos crímenes, la policía austriaca se puso alerta. Registraron un auto que Unterweger usó al salir de prisión y hallaron los rastros de una de las víctimas. Se emitió una orden de arresto y el asesino, que ya estaba de vuelta en Europa, se escondió en otras ciudades vecinas a Viena. Fugó a Canadá y luego a Estados Unidos. Mientras lo buscaban concedía entrevistas en las que se declaraba inocente.
En 1994, a pesar de todas sus coartadas y las influencias de sus amigos artistas fue extraditado y enjuiciado. El 29 de junio fue condenado a cadena perpetua. Ese mismo día, utilizando el tipo de nudo con el que asesinó a sus víctimas Unterweger se ahorcó. Una vez más el cine y la literatura lo consideraron un antihéroe víctima del sistema. Hasta una ex novia, quien pagó todos los gastos mientras huía, escribió sobre él. Pero aquí Malkovich hace hincapié en que no hace la obra para exaltar a Unterweger. Lo hace pensando en la estupidez de las mujeres que salían con él por considerarlo sexy y peligroso y, claro, también en la estupidez de todo un sistema político, legal y penitenciario que lo dejó libre.J. MalkovichJohn Malkovich, de 57 años, es un actor, productor y director de cine estadounidense. Ganó un premio Emmy como mejor actor de reparto en 1986 y ha sido nominado dos veces al Oscar como mejor actor.Se ha casado dos veces y es padre de dos hijos. Actualmente reside en Francia. Debutó en el cine con un papel en el film En un lugar del corazón (1984), de Robert Benton, por el cual consiguió su primera nominación al Oscar. Ha trabajado en importantes películas como Los gritos del silencio, El imperio del sol y Las amistades peligrosas. En el 2002 debutó como director de largometraje con El bailarín del piso de arriba basada en la historia de Abimael Guzmán y Maritza Garrido Lecca.
A los 24 años Jack Unterweger cumplía condena por el asesinato de una prostituta en Viena, Austria. Era 1976 y según la ley de su país le tocaba pasar allí el resto de su vida. Pero, por más increíble que parezca, luego de publicar su autobiografía Unterweger fue reconocido como novelista y poeta. Logró las simpatías del mundo intelectual y a su alrededor se construyó una campaña de solidaridad. Se pedía su libertad. Las autoridades le otorgaron el perdón por ser el vivo ejemplo de que el sistema penitenciario reformaba a criminales. Solo un par de años más tarde la historia se encargaría de demostrarles lo equivocados que estaban. Unterweger llegó a matar a once prostitutas ahorcándolas con sus prendas íntimas. Al descubrirlo, la justicia le dio cadena perpetua por segunda vez. Como no soportó la idea del encierro, acabó suicidándose el mismo día del veredicto.
Jack Unterweger no es un personaje de ficción. Existió en carne y hueso y John Malkovich es el actor que lo encarna en la obra de teatro La comedia infernal. Pero Malkovich no hace una interpretación tradicional. Él sube al escenario como el asesino resucitado. Y que además está de vuelta para presentar una novela basada en sus memorias como verdugo de prostitutas. El guión es un monólogo intercalado con arias o cantos de dos sopranos. Como fondo musical lo acompaña la Orquesta Barroca de California Music Angelica Orchestra. La puesta en escena ya lleva tres años presentándose en Europa y Estados Unidos. Esta vez le toca al Perú, su primer anfitrión sudamericano.
Una triste historia
Desde su adolescencia, Jack Unterweger fue sumando el historial delictivo que lo llevaría a prisión. A los 16 bebía hasta quedar inconsciente, era el protagonista de cualquier disturbio en la calle e incluso se hizo el proxeneta de una novia casual. El día en que la molió a golpes lo detuvieron por primera vez. La policía lo interrogó sobre su vida y él empezó por describir su traumática infancia. Fue abandonado por su madre, una joven prostituta que prefirió dejarlo a cargo de su abuelo. Por desgracia, aquel que debía cuidarlo era un alcohólico incapaz de ver por un niño. En reemplazo de una verdadera familia acabó en el reformatorio. Una triste suma de eventos desafortunados que él no eligió.
Convertido en un bestseller
Cuando Malkovich interpreta a Unterweger lo hace con sarcasmo. Lo trae a la vida con el fin de exponer su astucia para mostrarse como una víctima. Primero se presenta como un conquistador y minutos después termina por revelar su verdadera naturaleza. Desprecia a las mujeres y en especial a las prostitutas. Por eso las ahorca utilizando sus medias y sostenes. El papel de estas víctimas es interpretado por las sopranos a las que humilla antes de asesinar. Este criminal resucitado no siente remordimientos. Se burla de quienes hicieron un bestseller de la novela que Unterweger escribió mientras cumplía su primera condena.
Tras su liberación en 1990, Jack Unterweger era la nueva figura artística en Viena. Aparecía vestido con trajes carísimos, llevaba de la mano a mujeres hermosas y conducía autos del año. Era contratado por diarios y revistas como el columnista estrella. Se llamaba a sí mismo un ejemplo de reinserción social y hasta se hizo una película basada en su historia.En medio de todo el glamour, a fines de ese año, apareció una nueva prostituta ahorcada. Dos semanas después los cadáveres de otras dos mujeres –que también se dedicaban al comercio sexual– se descubrieron en las afueras de la ciudad. Todas en la misma posición. De piernas abiertas y con marcas de estrangulamiento en el cuello.
Siguiendo pistas
La policía llamó a Unterweger para un interrogatorio. No tenían cómo probar que tuviera que ver en esos casos pero los nudos en las prendas eran similares a los que hizo cuando fue condenado en 1976. Negó cualquier relación y viajó a Los Ángeles, Estados Unidos. Era junio de 1991 e iba para escribir un reportaje sobre la prostitución en ese país. Era un periodista haciendo su trabajo. Coincidentemente, una serie de homicidios se desató en la ciudad estadounidense. Tres mujeres fueron asesinadas. Todas eran prostitutas, abandonadas a la intemperie y estranguladas con sus sostenes.
Al enterarse de estos crímenes, la policía austriaca se puso alerta. Registraron un auto que Unterweger usó al salir de prisión y hallaron los rastros de una de las víctimas. Se emitió una orden de arresto y el asesino, que ya estaba de vuelta en Europa, se escondió en otras ciudades vecinas a Viena. Fugó a Canadá y luego a Estados Unidos. Mientras lo buscaban concedía entrevistas en las que se declaraba inocente.
En 1994, a pesar de todas sus coartadas y las influencias de sus amigos artistas fue extraditado y enjuiciado. El 29 de junio fue condenado a cadena perpetua. Ese mismo día, utilizando el tipo de nudo con el que asesinó a sus víctimas Unterweger se ahorcó. Una vez más el cine y la literatura lo consideraron un antihéroe víctima del sistema. Hasta una ex novia, quien pagó todos los gastos mientras huía, escribió sobre él. Pero aquí Malkovich hace hincapié en que no hace la obra para exaltar a Unterweger. Lo hace pensando en la estupidez de las mujeres que salían con él por considerarlo sexy y peligroso y, claro, también en la estupidez de todo un sistema político, legal y penitenciario que lo dejó libre.J. MalkovichJohn Malkovich, de 57 años, es un actor, productor y director de cine estadounidense. Ganó un premio Emmy como mejor actor de reparto en 1986 y ha sido nominado dos veces al Oscar como mejor actor.Se ha casado dos veces y es padre de dos hijos. Actualmente reside en Francia. Debutó en el cine con un papel en el film En un lugar del corazón (1984), de Robert Benton, por el cual consiguió su primera nominación al Oscar. Ha trabajado en importantes películas como Los gritos del silencio, El imperio del sol y Las amistades peligrosas. En el 2002 debutó como director de largometraje con El bailarín del piso de arriba basada en la historia de Abimael Guzmán y Maritza Garrido Lecca.
domingo, 16 de octubre de 2011
martes, 20 de septiembre de 2011
LA VERDAD INCÓMODA (AN INCONVENIENT TRUTH Dirigido por Davis Guggenheim)
La humanidad está sentada sobre una bomba de tiempo. Si la gran mayoría de los científicos del mundo están en lo cierto, sólo nos quedan diez años para evitar una catástrofe que haga que el clima de nuestro planeta sufra alteraciones de grandes magnitudes como inundaciones, sequías, epidemias, y olas de calor. Pero nosotros, cada uno de nosotros, podemos hacer algo para que eso cambie.
LA VERDAD INCÓMODA ofrece una mirada apasionada e inspiradora sobre el compromiso de un hombre para terminar con los mitos y creencias erradas respecto del calentamiento global, y para mover a los ciudadanos del planeta a tomar medidas para prevenirlo. Ese hombre es el antiguo vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, quien luego de la derrota electoral en el año 2000, redireccionó su vida para enfocar sus esfuerzos en generar conciencia sobre la gravedad del cambio climático que sufre el planeta.
LA VERDAD INCÓMODA es un documento revelador y conmovedor, que hecha luz sobre la inevitable verdad que Gore denomina “emergencia planetaria”. A los contundentes hechos y resultados de estudios científicos sobre la problemática que muestra la presentación de Gore se intercalan detalles de su vida: cómo pasó de ser un estudiante idealista que por primera vez entró en contacto con la posibilidad de una crisis ambiental, a ser un joven senador enfrentado a una tragedia familiar que cambió sus perspectivas, y cómo se convirtió más tarde en candidato a presidente de los Estados Unidos.
LA VERDAD INCÓMODA acerca al público un mensaje contundente, alarmante pero a la vez esperanzador. El recalentamiento global no puede seguir siendo tratado como una cuestión política, es sin embargo el mayor desafío moral al que se enfrenta actualmente la civilización.
Paramount Classics y Participant Productions presentan LA VERDAD INCOMODA, un film dirigido por Davis Guggenheim y producido por Laurie David, Lawrence Bender y Scott Z. Burns. Jeff Skoll, Davis Guggenheim, Diane Weyermann, Ricky Strauss y Jeff Ivers son los productores ejecutivos y Lesley Chilcott es el co-productor.
LA VERDAD INCÓMODA ofrece una mirada apasionada e inspiradora sobre el compromiso de un hombre para terminar con los mitos y creencias erradas respecto del calentamiento global, y para mover a los ciudadanos del planeta a tomar medidas para prevenirlo. Ese hombre es el antiguo vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, quien luego de la derrota electoral en el año 2000, redireccionó su vida para enfocar sus esfuerzos en generar conciencia sobre la gravedad del cambio climático que sufre el planeta.
LA VERDAD INCÓMODA es un documento revelador y conmovedor, que hecha luz sobre la inevitable verdad que Gore denomina “emergencia planetaria”. A los contundentes hechos y resultados de estudios científicos sobre la problemática que muestra la presentación de Gore se intercalan detalles de su vida: cómo pasó de ser un estudiante idealista que por primera vez entró en contacto con la posibilidad de una crisis ambiental, a ser un joven senador enfrentado a una tragedia familiar que cambió sus perspectivas, y cómo se convirtió más tarde en candidato a presidente de los Estados Unidos.
LA VERDAD INCÓMODA acerca al público un mensaje contundente, alarmante pero a la vez esperanzador. El recalentamiento global no puede seguir siendo tratado como una cuestión política, es sin embargo el mayor desafío moral al que se enfrenta actualmente la civilización.
Paramount Classics y Participant Productions presentan LA VERDAD INCOMODA, un film dirigido por Davis Guggenheim y producido por Laurie David, Lawrence Bender y Scott Z. Burns. Jeff Skoll, Davis Guggenheim, Diane Weyermann, Ricky Strauss y Jeff Ivers son los productores ejecutivos y Lesley Chilcott es el co-productor.
martes, 6 de septiembre de 2011
La hacienda y la realidad en la obra de José María Arguedas por Alberto Escobar
I
En la narrativa de José María Arguedas (Andahuaylas 1911, Lima 1969), el tópico de la hacienda nos parece especialmente revelador. Es bien cierto que, hace ya mucho, se ha cuestionado que la literatura gane su calidad gracias a los temas que motivaba el impulso creativo, y, con esta premisa estamos en completo acuerdo. Sin embargo, tampoco es menos cierto que lo temático o el material primario de que se sirve el escritor, permiten guiarse, al lector y al estudioso, para reconocer una percepción de la realidad, un modo singular de enfocarla y representarla; de tal forma que, a la postre, sea posible desprender una visión del mundo y una actitud ideológica, que son valores distintos, pero complementarios del puramente artístico, y que tienen un relieve extra, cuando los escritores pertenecen a una sociedad multicultural. En este sentido no queda duda de que para Arguedas, en la parte más extensa de su producción narrativa, el rostro del Perú que lo atrae con mayor fuerza pertenece a la sociedad andina, con la que se reclama vinculado por su experiencia vital y una adhesión convencida.
Tanto es así que, en rigor, su visión del mundo peruano puede definirse como estructurada por rasgos culturales, sociales y, en especial mágico-religiosos, propios de las áreas rurales de la sierra centro-sureña (Valle del Mantaro, Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, Cusco). Pero además, y vale la pena subrayarlo, nuestro escritor ligó la creación literaria con el quehacer etnológico: interés persistente en la cultura popular –llamada por otros folklore–; investigaciones sobre el cambio social; estudio comparativo de las comunidades de España y del Perú; interés en los temas de las lenguas en un contexto multilingüe y sus implicaciones en el campo educativo y en las relaciones interétnicas. Véase qué conjunto tan matizado por la pluralidad de sus aspectos, los que en sí son maneras de aproximarse a contemplar la realidad concreta, la inmediata y que estaba ante sus ojos; pero, igualmente, también la aposentada en la historia o en el recuerdo personal y en la leyenda. Pues bien, ambas son maneras o ventanas para lograr acceso a una visión más rica, que permita construir una imagen global de las sociedades que coexisten en el Perú del siglo XX.
Por eso nos inclinamos a pensar que un cotejo analítico de las fibras más tensas y durables del enfoque arguediano, ya sea como creador o estudioso o actor relevante en la vida cultural de su país entre 1935 y 1969, nos llevan a situarlo entre los que se identifican con el país profundo, para usar la bella rotulación de Basadre.
La llegada del hombre hispánico al territorio del Tahuantinsuyo indujo, desde el siglo XVI, una compleja mecánica colonial. Ello, no obstante la desestructuración del Antiguo Perú, no llegó a destruir ni cancelar del todo instituciones, tablas valorativas y lenguas; legado cultural que pervivió –aunque en condiciones duras– refugiado en el campo y, en particular, en la región de la sierra. La configuración especial de la sociedad republicana, después de la independencia política ocurrida en el primer cuarto del siglo XIX, tampoco disolvió la polaridad generada por la experiencia de la conquista y el dominio colonial, y, desde otros ángulos y por causas diversas, paulatinamente acentuó el contraste entre la ciudad y el campo, entre el ámbito urbano y los espacios campesinos, amparando un régimen siempre favorable a las ciudades y, sobre todo, a la capital. De modo que al concentrarse en la franja costanera y particularmente en Lima, tanto el poder político como el económico y el pensamiento ilustrado de los sectores directos e intelectuales, se favoreció una distorsión del proyecto nacional. Según este desenfoque, nuestro ligamen con el extranjero o el centro dominante (España, Europa o EE. UU.) es el punto normal de referencia y validación, a través del cual se define nuestra identidad como sujetos o como país. Esta es una verdad aceptada, pero sólo por un segmento social predominantemente urbano, hispanohablante, alfabeto y usufructuario de los ingresos en promedio más altos del Perú. La zona andina, por el contrario, y dejando a un lado al grupo señorial (aunque con ciertas reservas), es la región más influida por las poblaciones campesinas, por la vigencia de una cultura tradicional de raíces orales, y muestra combinaciones disímiles de los legados hispánicos y aborígenes; en suma, resalta como el sector menos occidentalizado, menos castellano–hablante y alfabeto, y con un nivel de ingresos muy por debajo de los promedios nacionales. Dichas las cosas así, en forma tan apretada y sucinta, se corre el riesgo de una terrible simplificación; pero, aun cuando la ciencia social haya postulado modelos minuciosos para representar las relaciones entre estos dos universos de manera mejor tramada de lo que a primera vista aparece como una dicotomía, no se puede desconocer que el contraste, el dualismo, si bien se apoya en una interacción compleja de la economía y el poder político, se manifiesta dramáticamente en el conflicto cultural de un país que, desde la perspectiva legal es unitario, occidental y cristiano, pero también, y a la vez, sin la menor duda, multicultural y plurilingüe (Cotler 1978; en especial los capítulos 5, 6 y 7).
Por eso Basadre proponía la existencia de un "país legal", tal como se le descubre formalmente representado en la interpretación tradicional –de ayer y de hoy–, y un "país profundo", tal como se le percibe de inmediato en el reconocimiento de los desarrollos desiguales, de la distribución del ingreso y de la praxis de los segmentos populares de la sierra y la costa, aunque esta última aseveración hoy parezca quizá demasiado enfática y restrictiva (véase Basadre 1947, 2ª ed., pp. 265-281).
Ahora bien, en el desajuste entre el Perú legal y el Perú profundo y los consecuentes enmascaramientos así generados, Arguedas optó al empezar la década de los años 30 –precisamente cuando se definía su vocación como escritor–por recursar las imágenes de lo andino y de lo indio difundidas por la literatura y la cultura oficiales, es decir urbanas o europeizadas. De este modo, Arguedas se impuso una tarea que, ya antes que él, había asumido el movimiento indigenista y, todavía antes, aunque sin los mismos alcances, algunos escritores influidos por la requisitoria de Manuel González Prada. Sólo que, como es fácil comprobar, en Arguedas más que la prédica o el pronunciamiento programático o teórico-político, fue la acción personal la que plasmó en la creación y el estudio científico. Pero, en lo fundamental, sus trabajos responden al deseo de denuncia del orden social existente, y de réplica a los estereotipos fijados sobre lo indio y lo andino; y, al proceder de esa forma, con su empeño contribuyó a revalorar una parcela –no sólo ensombrecida– de la realidad peruana, sino también, a vislumbrar proyecciones insospechadas para la consolidación de una fisonomía nacional.
Esta es la perspectiva genérica en la que situamos el pensamiento y la obra de José María Arguedas, y desde ella abordaremos el tema que nos hemos propuesto. Veamos, pues, cuáles son a nuestro juicio las configuraciones y cuál el rol o los roles que en su obra corresponden con la hacienda como institución económico-social.
II
El primer libro de Arguedas se publicó en 1935 con el título de "Agua"2 y es una colección de tres cuentos, de los cuales el primero tiene el mismo nombre. La dedicatoria que antecede al texto, dice así:
A los comuneros y lacayos de la hacienda Viseca, con quienes temblé de frío en los regadíos nocturnos y bailé en carnavales, borracho de alegría, al compás de la tinya y de la flauta.
A los comuneros de los cuatro ayllus de Puquio: K’ayau, Pichk’achuri, Chaupi y K’ollana. A los comuneros de San Juan, Ak’ola, Utek, Andamarca, Sondongo, Aucará, Chaviña y Larcay.
Nos interesa el cuento "Agua" porque presenta el problema económico-social en términos que, siendo sencillos, reflejan a la vez una cuidadosa elaboración; pero, al mismo tiempo, porque al hacerlo trasmite una atmósfera no sólo verosímil, sino intensamente vívida. En su lectura descubrimos el dominio, por un hombre, de los mecanismos de control (en absoluto, todos), con los cuales consigue subordinar y aprovechar económicamente a los indios o comuneros. Con otras palabras, en este caso la hacienda es un elemento que se opone a las comunidades de campesinos sin tierra suficiente y que, por lo mismo, se hallan obligados a trabajar para la hacienda. Los términos de relación entre ambos polos: el principal y los comuneros, o el patrón y el siervo, son los tradicionalmente fijados por el abuso, la prepotencia y el desprecio. El cuento presenta una instancia fugaz de rebeldía aislada, a propósito del retorno de un ex recluta y del efecto que, con su influjo, logró sobre el comunero repartidor del agua, el día de la distribución semanal. Al pretenderse rectificar el régimen favorable al hacendado, se desencadenan una serie de incidentes que traen a la luz la violencia metódica del patrón, la enajenación y el temor inconcebibles de muchos de los indios, el encubrimiento del dominio bajo la premisa del respeto y de la autoridad o la creencia religiosa, y, por fin, el hallazgo fortuito de una solución individual: la fuga. Ernesto, el niño que funciona como yo-narrador, después de haber herido en la cabeza al hacendado, huye ante las amenazas y la ira de éste, y la imposibilidad de contar con defensa en ese círculo completamente subordinado y controlado por el "principal".
Las líneas finales del texto aportan varios indicios valiosos. Ernesto el narrador, cuenta:
Solito, en ese morro seco, esa tarde, lloré por los comuneros, por sus chacritas quemadas con el sol, por sus animalitos hambrientos. Las lágrimas taparon mis ojos; el cielo limpio, la pampa, los cerros azulejos, temblaban; el Inti, más grande, más grande… quemaba al mundo. Me caí, y como en la iglesia, arrodillado sobre las hierbas secas, mirando al tayta Chitulla, le rogué:
– Tayta: ¡que se mueran los principales de todas partes! Y corrí después, cuesta abajo, a entroparme con los comuneros propietarios de Utek’pampa. (p. 40)
Quisiéramos subrayar, de un lado, la invocación en contra de todos los principales, que es una suerte de generalización formal o de clase; y, de otro lado, que el deslinde respecto a los comuneros de Utek’pampa descubre un sentido. Véase, al releer las dos líneas finales, que los de Utek’pampa eran comuneros propietarios; de modo que la situación diversa en cuanto al sistema de hacienda, o sea que la propiedad de la tierra, aparece vinculada a un tipo de comportamiento social y psicológico, e incluso a una percepción del paisaje natural:
Bien abajo, junto al río Viseca, Utek’pampa se tendía, como si fuera una grada en medio del cerro Santa Bárbara. Nunca la pampa de Utek’ es triste; lejos del cielo vive: aunque haya neblina negra, aunque el aguacero haga bulla sobre la tierra, Utek’pampa es alegre. (p. 39)
Hasta aquí hemos avanzado algo en nuestro primer enfoque, y lo que más nos asombra es el grado de enajenación de ciertos personajes, para quienes resulta natural y legítimo el predominio brutal del hacendado: "Yo, pues, soy endio, no puedo con el patrón. Otra vez, cuando seas abugao vas a fregar a don Froylán" (Warma Kuyay, p. 89). Una declaración todavía más explícita figura en "La huerta", relato del conjunto Amor mundo (1966), cuando en forma incidental un personaje afirma:
– Sí. Es la más linda de estos pueblos. Su padre la tiene como encerrada en esa cárcel de indios que es hacienda. Los indios pueden irse, escapando o de puro valientes, si son valientes. (p. 181)
En 1941, José María Arguedas publicó Yawar Fiesta, con la que extendió su crédito literario como conocedor del mundo andino. François Bourricaud ha hecho un inteligente análisis sociológico del libro y ha mostrado la organización social y los valores en que se apoya la coexistencia del universo de los indios y el de los mestizos (véase también en la Recopilación de textos sobre J.M.A., 1976, pp. 209-225). Yawar Fiesta importa para nuestra indagación, en la medida en que prueba las capacidades positivas, los valores solidarios y el esfuerzo creador, orgulloso, de las autoridades indias y de los integrantes de los cuatro ayllus de Puquio. En este respecto, el rol en la novela es mucho más significante en cuanto reivindica la potencialidad de los comuneros y la contrasta con el comportamiento y el código moral de los mistis y chalos.
Pero pienso que es en Los ríos profundos en donde se ofrece con mayor transparencia el planteamiento más conspicuo de la narrativa de Arguedas, para lo que nos concierne ahora. En efecto, en las notas al calce de este libro publicado originalmente en Buenos Aires (1958) y que tenía por destinatario a un lector latinoamericano, Arguedas señala explícitamente, desde un comienzo, quiénes son los colonos: "indios que pertenecen a la hacienda" (p. 7), y quién es el pongo: "indio de hacienda que sirve gratuitamente, por turno, en la casa del amo" (p. 9). De Abancay, capital del departamento y escenario de gran parte de la novela, se dice: "Es un pueblo cautivo, levantado en la tierra ajena de una hacienda" (p. 37). Y en otro pasaje, el narrador de la obra hace esta declaración, a propósito de un peregrino y cantor: "Era un indio como los de mi pueblo. No de hacienda. Había entrado a la chichería y había cantado";… (p. 185). En cambio los colonos de la Hacienda Patibamba ni siquiera se habían atrevido a contestarle el saludo, ni habían abierto la puerta de su casa y era evidente que se conducían bajo el imperio del terror; jamás acudían a Abancay y tenían no sólo la apariencia de seres míseros sino brutalmente disminuidos, acobardados y sometidos. No puede dejarse de subrayar en este libro el contraste, clarísimo, que se advierte entre el comportamiento de las chicheras, cholas con una dinámica y conciencia social que las enfrenta con resolución a los mistis, a los empleados del estanco de la sal, a los gendarmes, al ejército y a la policía; y, de otro lado, la postración y casi inexistencia, como grupo humano, de los colonos. La comparación es evidente, intencional y significativa. Las chicheras son en este caso un prototipo del grupo designado como cholo emergente, y como tal, posee actividad económica; hablan alternadamente en quechua y español, y merecen por sus actitudes desenvueltas, el apelativo de insolentes de parte de los señores y señoras de Abancay.
Pues bien, lo particularmente notable en Los ríos profundos es el capítulo XI, el cual lleva por título "Los colonos". Este capítulo es casi una suerte de gradación que pasa de acotaciones acerca de los militares, a los señores de la localidad, los hijos del coronel, los costeños, algunos hijos de hacendados de la zona, para concluir con la epopeya de los colonos, que es el clímax y remate del libro.
Ante la propagación de una epidemia de tifus, los colonos se alarman y con su pensamiento mágico-religioso juzgan que es necesario que muera la madre del tifus, a fin de que concluya la peste y para poder salvarse. Por consiguiente, desean que se oficie una misa en Abancay (celebrada por el mismo sacerdote, director del Colegio, que solía inculcarles resignación), de modo que todos ellos pudieran confiar en el exterminio del mal. Pero el terror de los señores y autoridades de Abancay es muy grande; pues saben que la peste ya alcanzó la otra banda del río y que los colonos son portadores de ella; por tal razón se niegan a consentir al deseo de los indios y se oponen por todos los medios a su petición. Para evitar que los colonos se trasladen a la ciudad, se corta el puente y se destaca a todos los guardias con instrucciones precisas; sin embargo, ninguna medida pudo frenar el masivo y concertado avance de los indios, quienes atraviesan el río en oroyas y ordenadamente, y en medio de cánticos y rezos penetran en la ciudad. En vista de la situación de hecho, las autoridades y notables terminan aceptando la celebración de la misa en el templo, y aunque ningún disturbio ni desborde se produce, toda la población se recluye y abandona prácticamente el pueblo al dominio de los colonos invasores. Estos escuchan el oficio religioso con profunda unción, y tal como llegaron y se desplazaron por Abancay, se retirarán después a Patibamba.
La lección de este pasaje fue entendida por César Lévano3 y confirmada varias veces por el autor, quien lamentó que las primeras críticas no descubrieran el simbolismo de su mensaje, y el rol que en él cabe al capítulo final. Pero asimismo se extrañó de que no se percibiera que, si esos seres –degradados por el régimen de hacienda hasta un nivel infrahumano– eran capaces de movilizarse y de sobreponerse a sus temores y represiones, impulsados por una causa mágico-religiosa, lógicamente se podría pensar en su capacidad para la rebelión, cuando estuvieran persuadidos y poseídos de una convicción político-social liberadora. El empeño reivindicador y la apuesta al futuro, juegan esta vez a la carta de los más débiles y maltrechos seres del mundo andino, y alcanzan en estas páginas una de las cimas del trabajo de José María Arguedas.
Quiero insistir nuevamente en que estamos siguiendo un camino indirecto, para reconocer la representación de la hacienda en la obra del célebre escritor peruano. Esto es, que vamos infiriendo la función de la hacienda como unidad administrativa y económico-social, a través de su efecto en la conducta, en el cuadro valorativo de los personajes y en las actitudes grupales de los diversos segmentos. Desde este punto de vista, Los ríos profundos me parece complementar y expandir el horizonte vislumbrado en Agua y planteado en la problemática social de Yawar Fiesta.
Diría además que Los ríos profundos me parece más relevante para la perspectiva que hemos escogido en nuestro tema, que Todas las sangres, pues en esta última se propone un amplio mural para ilustrar la descomposición del sistema de hacienda y las tendencias modernizadoras en la región andina, al compás de los intereses de las grandes empresas multinacionales. Pues bien, en Todas las sangres los hermanos Aragón de Peralta (Don Bruno y Don Fermín) y Rendón Wilka encarnan la lucha entre alternativas para el desarrollo de la futura sociedad andina; una de las cuales implica la posibilidad de liquidar el latifundio sin fomentar el rechazo a la propia cultura y la vergüenza por los valores sobre los que se asienta la tradición rural. A pesar de lo dicho, el libro apunta en una dirección que desborda la correlación que hemos venido observando y, por lo mismo, los roles de ciertos sucesos o personajes, para lo que nos concierne, tienen otra significación. Entiéndase que esto en nada supone discutir los méritos o aciertos del libro, pues no se trata de ello ahora.
La única forma de salvar esta contradicción aparente en el pensamiento literario y social de Arguedas, que de otra parte se desenvuelve con tanta coherencia interna, sería que nuestra lectura de Todas las sangres desembocara en la siguiente lección: "todo el país, en verdad, es gobernado y sufrido como una gran hacienda". Hipótesis que no es descabellada, puesto que ya vimos que la hacienda es igual a una cárcel de indios; y, de otro lado, El Sexto o la novela de la cárcel limeña, en nuestra lectura es la antípoda, el microcosmos que reproduce en el volumen del edificio carcelario la totalidad del país, y lo más puro y pervertido de su gente.
Resumiendo en pocas palabras, para nosotros no es menos importante advertir, de un lado, las diversas reacciones que marcan la conducta de los mistis, los chalos y los comuneros de Yawar Fiesta, o las diversas interpretaciones respecto de la mecánica del poder incluidas en Todas las sangres, que, de otro lado, destruir el mito de la sumisión, de la imposibilidad de rebelión del colono y de su absoluto envilecimiento. Por otra parte, este discurso es paralelo a la quiebra del estereotipo único del señor feudal andino y se conecta con el proceso demostrativo de la recíproca influencia entre los universos de indios y mistis, proceso que se ha llamado también la indigenización o indianización del opresor, y que equivale, de cualquier modo, a la superación de las dicotomías simplistas. En suma, si bien la hacienda subyace como el paradigma social y económico en el que ocurre la batalla de intereses y grupos étnicos encontrados, esta dimensión cultural última confiere su particular signo al mundo andino, y se resiste a ser reducida al exclusivo criterio de pugna clasista. Con esta convicción, creemos, pues, que el concepto de la hacienda ha jugado un rol importante en la construcción de la realidad literaria de Arguedas; que es algo así como una matriz que da paso a símbolos renovados. Y, en la medida en que históricamente se presentía la liquidación del sistema, en el nivel literario postula José María Arguedas que sólo había cambios en la dimensión física y en el nombre de la unidad de explotación, pues ésta llegaba a expandirse al nivel del país. Finalmente, la misma fría lógica que deslindaba entre hacienda y comunidad libre, o propietario y comunidad, sirve para diferenciar entre países dominantes y dependientes. Así se podrá decir que, también en este caso, hallamos la resonancia del esquema original de José María Arguedas, sólo que ahora en una dimensión más compleja.
III
Oponiéndonos a una versión hasta cierto punto alimentada por el propio autor, quien por modestia insistía en lo precario de su formación educativa universitaria, creemos que es justo resaltar la notable agudeza y ponderación de sus juicios al comentar sus propias obras y su interpretación de las culturas del país y de las sociedades andinas. Por esta razón, pensamos que conviene recordar, un par de párrafos de una conferencia dictada por Arguedas en 1968, en la Casa de las Américas de La Habana:
Ahora ¿qué es lo que piensan los indios al respecto de los señores? Se han descubierto últimamente algunos mitos, que son la expresión más cabal de lo que los indios piensan respecto de los señores.
La mayor parte de las haciendas de la zona andina del país tienen siervos, es decir, que trabajan gratuitamente para el hacendado.
En una hacienda se descubrió un mito creado por los indios, en el cual se asegura que hubo dos humanidades: una humanidad muy antigua, que fue creada por el dios Adan-eva. El dios Adan-eva creó una humanidad formada por gentes que eran muy fuertes, que hacían caminar las piedras con azotes y que construyeron grandes edificios mediante ese poder descomunal que tenían; el defecto que tenían es que eran relativamente escasos de inteligencia. El dios Adan-eva se prendó de una mujer hermosa, pero ella no aceptó los requerimientos del dios y entonces el dios la llevó por la violencia a su casa y cuando la mujer estuvo encinta la arrojó de su casa. Esta mujer era la Virgen de las Mercedes.
La Virgen de las Mercedes dio a luz un niño, que es Téete Mañuco. Téete Mañuco, cuando fue hombre, destruyó la humanidad creada por su padre, haciendo caer lluvia de fuego. Como quedaban algunos todavía vivos, él, con el hueso de una canilla acabó de matar a los últimos que quedaban de la humanidad creada por su padre y creó luego a la humanidad actual, pero dividió a la humanidad en dos gentes; los indios y los blancos. (Pero no les llamaban blancos, sino mistis, porque la división es mucho más cultural que racial). Dividió la humanidad en indios que debían trabajar para los mistis, y los mistis que tenían el privilegio de gozar del fruto del trabajo de los indios, a los cuales se les podía hacer trabajar por la fuerza y azotándolos. Pero creó al mismo tiempo el Infierno y el Cielo.
Todos van al Infierno, porque nadie está exento de pecado; luego todos van al Cielo. Pero el Cielo es exactamente igual que la tierra; la única diferencia que hay es que en el Cielo, los que fueron indios en la tierra se convierten en blancos señores y hacen trabajar a los que en este mundo los hicieron trabajar a ellos. Y así como los blancos o mistis los consideraban a ellos como una humanidad aparte, los indios también consideran a los otros como una humanidad enteramente aparte.
Hay otro mito que concibe dos grupos de haciendas, creado por indios de una comunidad libre, una comunidad en la cual los indios no fueron totalmente despojados de sus tierras. Según ellos, la humanidad fue creada por un dios que se llama Inkarrí. Inkarrí creó a los segundos dioses o sea las montañas que protegen al hombre porque de ellas brota el agua y son, al mismo tiempo, los dioses de la fecundidad. Luego de crear las montañas, creó al hombre y todo lo que sobre la tierra existe, y finalmente lanzó una barreta de oro y allí donde cayó la barreta de oro fundó la ciudad del Cuzco, que era la ciudad donde él, Inkarrí, debía vivir. Después vino el rey español y entró en guerra con Inkarrí. El rey español era mucho más astuto y tenía armas mucho más poderosas: venció a Inkarrí y le cortó la cabeza. La cabeza está enterrada en el Cuzco, pero Inkarrí no está muerto. El cuerpo del dios se está reconstruyendo hacia abajo, hacia abajo de las piernas; cuando el cuerpo del dios esté enteramente reconstruido, entonces dará un salto sobre el mundo e Inkarrí hará el juicio final. Esta división es total y hasta hace nada más que unos treinta años era absolutamente irreconciliable.4
Estamos persuadidos de que la vertiente etnográfica resulta enormemente útil para asuntos como el que tratamos. Otro texto relevante para comentar la percepción de la hacienda como matriz literaria es El sueño del pongo (1965). Este texto aprovecha y reelabora un relato tradicional que escuchó Arguedas en varias zonas del país, con ligeras variantes. En síntesis, es la historia de un pongo, de un siervo, quien por su aspecto físico era el más miserable, débil y pequeño de los indios de la hacienda; por dicho motivo, desde que ingresó al servicio del patrón, atrajo las burlas más crueles y la ofensa permanente del amo, quien lo humilla y entrega a la mofa de la servidumbre, sin cansarse de ridiculizarlo con la palabra y obligarlo a hacer muecas, imitaciones y payasadas, para exponerlo al ridículo. El infeliz sujeto era agraviado cada vez que el patrón lo veía o lo recordaba, llegando a inspirar lástima inclusive a los otros siervos.
El hombrecito no hablaba con nadie; trabajaba callado; comía en silencio. Todo cuanto le ordenaban, cumplía. "Sí, papacito; sí, mamacita", era cuanto solía decir. (p.15)
Su resignación no lo salvaba de tan triste destino; tampoco su humildad.
Golpeándolo con la bota, sin patearlo fuerte, el patrón derribaba al hombrecito sobre el piso de ladrillo del corredor. –Recemos el Padrenuestro– decía luego el patrón a sus indios, que esperaban en fila. El pongo se levantaba a pocos, y no podía rezar porque no estaba en el lugar que le correspondía, ni ese lugar correspondía a nadie. (p.17)
Pero un día, ante el asombro del patrón y de todos los presentes a la hora del rezo, cuando la servidumbre se reunía en el corredor de la hacienda, el hombrecito de la historia abrió la boca. Se dirigió al patrón y le pidió licencia para hablar. Dijo, ante el suspenso general y el asombro del amo y de todos, que quería contar el sueño que había tenido, y así llegamos al clímax del relato.
En síntesis, contó que en su sueño habían muerto los dos, el patrón y él, el pongo. Que naturalmente habían ido sus almas al cielo, en donde ambos fueron recibidos como merecían, o sea el señor con honores, y él como siervo. Que luego San Francisco, con auxilio de un ángel hermoso, el más hermoso de todos los ángeles, y del más viejo y feo de los mismos, los habían cubierto, de miel al señor y de excremento al indio.
– Así mismo tenía que ser -afirmó el patrón-, ¡Continúa! ¿o todo concluye allí?
Luego termina el relato en esta forma:
– No, padrecito mío, señor mío. Cuando nuevamente, aunque ya de otro modo, nos vimos juntos, los dos, ante nuestro gran padre S. Francisco, él volvió a mirarnos, también nuevamente, ya a ti ya a mí, largo rato. Con sus ojos que colmaban el cielo, no sé hasta qué honduras nos alcanzó, juntando la noche con el día, el olvido con la memoria. Y luego dijo: "todo cuanto los ángeles debían hacer con ustedes ya está hecho. Ahora lámanse uno al otro! Despacio, por mucho tiempo. El viejo ángel rejuveneció a esa misma hora; sus alas recuperaron su color negro, su gran fuerza. Nuestro padre le encomendó vigilar que su voluntad se cumpliera. (p. 21)
A estas alturas de la exposición creo haber mostrado, el modo en que la matriz de la hacienda subyace en gran parte de la producción de José María Arguedas, pero me interesa puntualizar, y todos lo habrán advertido, que en su obra ese tópico es transformado y recreado. ¿Cómo se produce ese fenómeno? A base de las luces proyectadas sobre las condiciones humanas, reformulando el viejo planteo circunscrito a la expoliación y el abuso, para luego mostrar este problema sin esquivarlo, a la vez desde un múltiple asedio a las fuentes de las creencias colectivas, de la dimensión de la cultura entendida como producción comunitaria, de la capacidad creadora de las sociedades andinas; rehusando con tenacidad los clichés literarios del indigenismo tradicional y del exotismo modernista; expandiendo su indagación al mundo de los patrones y descubriéndolos en su complejidad inexplorada; atisbando por último los canales inesperados a través de los cuales se nutre la personalidad de los campesinos de la región andina, y su confianza en la rebelión de Inkarrí, para redimir a todos aquellos que, como el pongo, no están en el lugar que les corresponde, porque ese lugar no corresponde a nadie, no debe corresponder a nadie. De este modo, el gran escritor iluminó nuestro conocimiento del Perú con insólito brillo y pasión y verdad, de lo cual estas páginas quieren ser un esbozo, en el empeño de aproximar la literatura y la ciencia social.
En la narrativa de José María Arguedas (Andahuaylas 1911, Lima 1969), el tópico de la hacienda nos parece especialmente revelador. Es bien cierto que, hace ya mucho, se ha cuestionado que la literatura gane su calidad gracias a los temas que motivaba el impulso creativo, y, con esta premisa estamos en completo acuerdo. Sin embargo, tampoco es menos cierto que lo temático o el material primario de que se sirve el escritor, permiten guiarse, al lector y al estudioso, para reconocer una percepción de la realidad, un modo singular de enfocarla y representarla; de tal forma que, a la postre, sea posible desprender una visión del mundo y una actitud ideológica, que son valores distintos, pero complementarios del puramente artístico, y que tienen un relieve extra, cuando los escritores pertenecen a una sociedad multicultural. En este sentido no queda duda de que para Arguedas, en la parte más extensa de su producción narrativa, el rostro del Perú que lo atrae con mayor fuerza pertenece a la sociedad andina, con la que se reclama vinculado por su experiencia vital y una adhesión convencida.
Tanto es así que, en rigor, su visión del mundo peruano puede definirse como estructurada por rasgos culturales, sociales y, en especial mágico-religiosos, propios de las áreas rurales de la sierra centro-sureña (Valle del Mantaro, Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, Cusco). Pero además, y vale la pena subrayarlo, nuestro escritor ligó la creación literaria con el quehacer etnológico: interés persistente en la cultura popular –llamada por otros folklore–; investigaciones sobre el cambio social; estudio comparativo de las comunidades de España y del Perú; interés en los temas de las lenguas en un contexto multilingüe y sus implicaciones en el campo educativo y en las relaciones interétnicas. Véase qué conjunto tan matizado por la pluralidad de sus aspectos, los que en sí son maneras de aproximarse a contemplar la realidad concreta, la inmediata y que estaba ante sus ojos; pero, igualmente, también la aposentada en la historia o en el recuerdo personal y en la leyenda. Pues bien, ambas son maneras o ventanas para lograr acceso a una visión más rica, que permita construir una imagen global de las sociedades que coexisten en el Perú del siglo XX.
Por eso nos inclinamos a pensar que un cotejo analítico de las fibras más tensas y durables del enfoque arguediano, ya sea como creador o estudioso o actor relevante en la vida cultural de su país entre 1935 y 1969, nos llevan a situarlo entre los que se identifican con el país profundo, para usar la bella rotulación de Basadre.
La llegada del hombre hispánico al territorio del Tahuantinsuyo indujo, desde el siglo XVI, una compleja mecánica colonial. Ello, no obstante la desestructuración del Antiguo Perú, no llegó a destruir ni cancelar del todo instituciones, tablas valorativas y lenguas; legado cultural que pervivió –aunque en condiciones duras– refugiado en el campo y, en particular, en la región de la sierra. La configuración especial de la sociedad republicana, después de la independencia política ocurrida en el primer cuarto del siglo XIX, tampoco disolvió la polaridad generada por la experiencia de la conquista y el dominio colonial, y, desde otros ángulos y por causas diversas, paulatinamente acentuó el contraste entre la ciudad y el campo, entre el ámbito urbano y los espacios campesinos, amparando un régimen siempre favorable a las ciudades y, sobre todo, a la capital. De modo que al concentrarse en la franja costanera y particularmente en Lima, tanto el poder político como el económico y el pensamiento ilustrado de los sectores directos e intelectuales, se favoreció una distorsión del proyecto nacional. Según este desenfoque, nuestro ligamen con el extranjero o el centro dominante (España, Europa o EE. UU.) es el punto normal de referencia y validación, a través del cual se define nuestra identidad como sujetos o como país. Esta es una verdad aceptada, pero sólo por un segmento social predominantemente urbano, hispanohablante, alfabeto y usufructuario de los ingresos en promedio más altos del Perú. La zona andina, por el contrario, y dejando a un lado al grupo señorial (aunque con ciertas reservas), es la región más influida por las poblaciones campesinas, por la vigencia de una cultura tradicional de raíces orales, y muestra combinaciones disímiles de los legados hispánicos y aborígenes; en suma, resalta como el sector menos occidentalizado, menos castellano–hablante y alfabeto, y con un nivel de ingresos muy por debajo de los promedios nacionales. Dichas las cosas así, en forma tan apretada y sucinta, se corre el riesgo de una terrible simplificación; pero, aun cuando la ciencia social haya postulado modelos minuciosos para representar las relaciones entre estos dos universos de manera mejor tramada de lo que a primera vista aparece como una dicotomía, no se puede desconocer que el contraste, el dualismo, si bien se apoya en una interacción compleja de la economía y el poder político, se manifiesta dramáticamente en el conflicto cultural de un país que, desde la perspectiva legal es unitario, occidental y cristiano, pero también, y a la vez, sin la menor duda, multicultural y plurilingüe (Cotler 1978; en especial los capítulos 5, 6 y 7).
Por eso Basadre proponía la existencia de un "país legal", tal como se le descubre formalmente representado en la interpretación tradicional –de ayer y de hoy–, y un "país profundo", tal como se le percibe de inmediato en el reconocimiento de los desarrollos desiguales, de la distribución del ingreso y de la praxis de los segmentos populares de la sierra y la costa, aunque esta última aseveración hoy parezca quizá demasiado enfática y restrictiva (véase Basadre 1947, 2ª ed., pp. 265-281).
Ahora bien, en el desajuste entre el Perú legal y el Perú profundo y los consecuentes enmascaramientos así generados, Arguedas optó al empezar la década de los años 30 –precisamente cuando se definía su vocación como escritor–por recursar las imágenes de lo andino y de lo indio difundidas por la literatura y la cultura oficiales, es decir urbanas o europeizadas. De este modo, Arguedas se impuso una tarea que, ya antes que él, había asumido el movimiento indigenista y, todavía antes, aunque sin los mismos alcances, algunos escritores influidos por la requisitoria de Manuel González Prada. Sólo que, como es fácil comprobar, en Arguedas más que la prédica o el pronunciamiento programático o teórico-político, fue la acción personal la que plasmó en la creación y el estudio científico. Pero, en lo fundamental, sus trabajos responden al deseo de denuncia del orden social existente, y de réplica a los estereotipos fijados sobre lo indio y lo andino; y, al proceder de esa forma, con su empeño contribuyó a revalorar una parcela –no sólo ensombrecida– de la realidad peruana, sino también, a vislumbrar proyecciones insospechadas para la consolidación de una fisonomía nacional.
Esta es la perspectiva genérica en la que situamos el pensamiento y la obra de José María Arguedas, y desde ella abordaremos el tema que nos hemos propuesto. Veamos, pues, cuáles son a nuestro juicio las configuraciones y cuál el rol o los roles que en su obra corresponden con la hacienda como institución económico-social.
II
El primer libro de Arguedas se publicó en 1935 con el título de "Agua"2 y es una colección de tres cuentos, de los cuales el primero tiene el mismo nombre. La dedicatoria que antecede al texto, dice así:
A los comuneros y lacayos de la hacienda Viseca, con quienes temblé de frío en los regadíos nocturnos y bailé en carnavales, borracho de alegría, al compás de la tinya y de la flauta.
A los comuneros de los cuatro ayllus de Puquio: K’ayau, Pichk’achuri, Chaupi y K’ollana. A los comuneros de San Juan, Ak’ola, Utek, Andamarca, Sondongo, Aucará, Chaviña y Larcay.
Nos interesa el cuento "Agua" porque presenta el problema económico-social en términos que, siendo sencillos, reflejan a la vez una cuidadosa elaboración; pero, al mismo tiempo, porque al hacerlo trasmite una atmósfera no sólo verosímil, sino intensamente vívida. En su lectura descubrimos el dominio, por un hombre, de los mecanismos de control (en absoluto, todos), con los cuales consigue subordinar y aprovechar económicamente a los indios o comuneros. Con otras palabras, en este caso la hacienda es un elemento que se opone a las comunidades de campesinos sin tierra suficiente y que, por lo mismo, se hallan obligados a trabajar para la hacienda. Los términos de relación entre ambos polos: el principal y los comuneros, o el patrón y el siervo, son los tradicionalmente fijados por el abuso, la prepotencia y el desprecio. El cuento presenta una instancia fugaz de rebeldía aislada, a propósito del retorno de un ex recluta y del efecto que, con su influjo, logró sobre el comunero repartidor del agua, el día de la distribución semanal. Al pretenderse rectificar el régimen favorable al hacendado, se desencadenan una serie de incidentes que traen a la luz la violencia metódica del patrón, la enajenación y el temor inconcebibles de muchos de los indios, el encubrimiento del dominio bajo la premisa del respeto y de la autoridad o la creencia religiosa, y, por fin, el hallazgo fortuito de una solución individual: la fuga. Ernesto, el niño que funciona como yo-narrador, después de haber herido en la cabeza al hacendado, huye ante las amenazas y la ira de éste, y la imposibilidad de contar con defensa en ese círculo completamente subordinado y controlado por el "principal".
Las líneas finales del texto aportan varios indicios valiosos. Ernesto el narrador, cuenta:
Solito, en ese morro seco, esa tarde, lloré por los comuneros, por sus chacritas quemadas con el sol, por sus animalitos hambrientos. Las lágrimas taparon mis ojos; el cielo limpio, la pampa, los cerros azulejos, temblaban; el Inti, más grande, más grande… quemaba al mundo. Me caí, y como en la iglesia, arrodillado sobre las hierbas secas, mirando al tayta Chitulla, le rogué:
– Tayta: ¡que se mueran los principales de todas partes! Y corrí después, cuesta abajo, a entroparme con los comuneros propietarios de Utek’pampa. (p. 40)
Quisiéramos subrayar, de un lado, la invocación en contra de todos los principales, que es una suerte de generalización formal o de clase; y, de otro lado, que el deslinde respecto a los comuneros de Utek’pampa descubre un sentido. Véase, al releer las dos líneas finales, que los de Utek’pampa eran comuneros propietarios; de modo que la situación diversa en cuanto al sistema de hacienda, o sea que la propiedad de la tierra, aparece vinculada a un tipo de comportamiento social y psicológico, e incluso a una percepción del paisaje natural:
Bien abajo, junto al río Viseca, Utek’pampa se tendía, como si fuera una grada en medio del cerro Santa Bárbara. Nunca la pampa de Utek’ es triste; lejos del cielo vive: aunque haya neblina negra, aunque el aguacero haga bulla sobre la tierra, Utek’pampa es alegre. (p. 39)
Hasta aquí hemos avanzado algo en nuestro primer enfoque, y lo que más nos asombra es el grado de enajenación de ciertos personajes, para quienes resulta natural y legítimo el predominio brutal del hacendado: "Yo, pues, soy endio, no puedo con el patrón. Otra vez, cuando seas abugao vas a fregar a don Froylán" (Warma Kuyay, p. 89). Una declaración todavía más explícita figura en "La huerta", relato del conjunto Amor mundo (1966), cuando en forma incidental un personaje afirma:
– Sí. Es la más linda de estos pueblos. Su padre la tiene como encerrada en esa cárcel de indios que es hacienda. Los indios pueden irse, escapando o de puro valientes, si son valientes. (p. 181)
En 1941, José María Arguedas publicó Yawar Fiesta, con la que extendió su crédito literario como conocedor del mundo andino. François Bourricaud ha hecho un inteligente análisis sociológico del libro y ha mostrado la organización social y los valores en que se apoya la coexistencia del universo de los indios y el de los mestizos (véase también en la Recopilación de textos sobre J.M.A., 1976, pp. 209-225). Yawar Fiesta importa para nuestra indagación, en la medida en que prueba las capacidades positivas, los valores solidarios y el esfuerzo creador, orgulloso, de las autoridades indias y de los integrantes de los cuatro ayllus de Puquio. En este respecto, el rol en la novela es mucho más significante en cuanto reivindica la potencialidad de los comuneros y la contrasta con el comportamiento y el código moral de los mistis y chalos.
Pero pienso que es en Los ríos profundos en donde se ofrece con mayor transparencia el planteamiento más conspicuo de la narrativa de Arguedas, para lo que nos concierne ahora. En efecto, en las notas al calce de este libro publicado originalmente en Buenos Aires (1958) y que tenía por destinatario a un lector latinoamericano, Arguedas señala explícitamente, desde un comienzo, quiénes son los colonos: "indios que pertenecen a la hacienda" (p. 7), y quién es el pongo: "indio de hacienda que sirve gratuitamente, por turno, en la casa del amo" (p. 9). De Abancay, capital del departamento y escenario de gran parte de la novela, se dice: "Es un pueblo cautivo, levantado en la tierra ajena de una hacienda" (p. 37). Y en otro pasaje, el narrador de la obra hace esta declaración, a propósito de un peregrino y cantor: "Era un indio como los de mi pueblo. No de hacienda. Había entrado a la chichería y había cantado";… (p. 185). En cambio los colonos de la Hacienda Patibamba ni siquiera se habían atrevido a contestarle el saludo, ni habían abierto la puerta de su casa y era evidente que se conducían bajo el imperio del terror; jamás acudían a Abancay y tenían no sólo la apariencia de seres míseros sino brutalmente disminuidos, acobardados y sometidos. No puede dejarse de subrayar en este libro el contraste, clarísimo, que se advierte entre el comportamiento de las chicheras, cholas con una dinámica y conciencia social que las enfrenta con resolución a los mistis, a los empleados del estanco de la sal, a los gendarmes, al ejército y a la policía; y, de otro lado, la postración y casi inexistencia, como grupo humano, de los colonos. La comparación es evidente, intencional y significativa. Las chicheras son en este caso un prototipo del grupo designado como cholo emergente, y como tal, posee actividad económica; hablan alternadamente en quechua y español, y merecen por sus actitudes desenvueltas, el apelativo de insolentes de parte de los señores y señoras de Abancay.
Pues bien, lo particularmente notable en Los ríos profundos es el capítulo XI, el cual lleva por título "Los colonos". Este capítulo es casi una suerte de gradación que pasa de acotaciones acerca de los militares, a los señores de la localidad, los hijos del coronel, los costeños, algunos hijos de hacendados de la zona, para concluir con la epopeya de los colonos, que es el clímax y remate del libro.
Ante la propagación de una epidemia de tifus, los colonos se alarman y con su pensamiento mágico-religioso juzgan que es necesario que muera la madre del tifus, a fin de que concluya la peste y para poder salvarse. Por consiguiente, desean que se oficie una misa en Abancay (celebrada por el mismo sacerdote, director del Colegio, que solía inculcarles resignación), de modo que todos ellos pudieran confiar en el exterminio del mal. Pero el terror de los señores y autoridades de Abancay es muy grande; pues saben que la peste ya alcanzó la otra banda del río y que los colonos son portadores de ella; por tal razón se niegan a consentir al deseo de los indios y se oponen por todos los medios a su petición. Para evitar que los colonos se trasladen a la ciudad, se corta el puente y se destaca a todos los guardias con instrucciones precisas; sin embargo, ninguna medida pudo frenar el masivo y concertado avance de los indios, quienes atraviesan el río en oroyas y ordenadamente, y en medio de cánticos y rezos penetran en la ciudad. En vista de la situación de hecho, las autoridades y notables terminan aceptando la celebración de la misa en el templo, y aunque ningún disturbio ni desborde se produce, toda la población se recluye y abandona prácticamente el pueblo al dominio de los colonos invasores. Estos escuchan el oficio religioso con profunda unción, y tal como llegaron y se desplazaron por Abancay, se retirarán después a Patibamba.
La lección de este pasaje fue entendida por César Lévano3 y confirmada varias veces por el autor, quien lamentó que las primeras críticas no descubrieran el simbolismo de su mensaje, y el rol que en él cabe al capítulo final. Pero asimismo se extrañó de que no se percibiera que, si esos seres –degradados por el régimen de hacienda hasta un nivel infrahumano– eran capaces de movilizarse y de sobreponerse a sus temores y represiones, impulsados por una causa mágico-religiosa, lógicamente se podría pensar en su capacidad para la rebelión, cuando estuvieran persuadidos y poseídos de una convicción político-social liberadora. El empeño reivindicador y la apuesta al futuro, juegan esta vez a la carta de los más débiles y maltrechos seres del mundo andino, y alcanzan en estas páginas una de las cimas del trabajo de José María Arguedas.
Quiero insistir nuevamente en que estamos siguiendo un camino indirecto, para reconocer la representación de la hacienda en la obra del célebre escritor peruano. Esto es, que vamos infiriendo la función de la hacienda como unidad administrativa y económico-social, a través de su efecto en la conducta, en el cuadro valorativo de los personajes y en las actitudes grupales de los diversos segmentos. Desde este punto de vista, Los ríos profundos me parece complementar y expandir el horizonte vislumbrado en Agua y planteado en la problemática social de Yawar Fiesta.
Diría además que Los ríos profundos me parece más relevante para la perspectiva que hemos escogido en nuestro tema, que Todas las sangres, pues en esta última se propone un amplio mural para ilustrar la descomposición del sistema de hacienda y las tendencias modernizadoras en la región andina, al compás de los intereses de las grandes empresas multinacionales. Pues bien, en Todas las sangres los hermanos Aragón de Peralta (Don Bruno y Don Fermín) y Rendón Wilka encarnan la lucha entre alternativas para el desarrollo de la futura sociedad andina; una de las cuales implica la posibilidad de liquidar el latifundio sin fomentar el rechazo a la propia cultura y la vergüenza por los valores sobre los que se asienta la tradición rural. A pesar de lo dicho, el libro apunta en una dirección que desborda la correlación que hemos venido observando y, por lo mismo, los roles de ciertos sucesos o personajes, para lo que nos concierne, tienen otra significación. Entiéndase que esto en nada supone discutir los méritos o aciertos del libro, pues no se trata de ello ahora.
La única forma de salvar esta contradicción aparente en el pensamiento literario y social de Arguedas, que de otra parte se desenvuelve con tanta coherencia interna, sería que nuestra lectura de Todas las sangres desembocara en la siguiente lección: "todo el país, en verdad, es gobernado y sufrido como una gran hacienda". Hipótesis que no es descabellada, puesto que ya vimos que la hacienda es igual a una cárcel de indios; y, de otro lado, El Sexto o la novela de la cárcel limeña, en nuestra lectura es la antípoda, el microcosmos que reproduce en el volumen del edificio carcelario la totalidad del país, y lo más puro y pervertido de su gente.
Resumiendo en pocas palabras, para nosotros no es menos importante advertir, de un lado, las diversas reacciones que marcan la conducta de los mistis, los chalos y los comuneros de Yawar Fiesta, o las diversas interpretaciones respecto de la mecánica del poder incluidas en Todas las sangres, que, de otro lado, destruir el mito de la sumisión, de la imposibilidad de rebelión del colono y de su absoluto envilecimiento. Por otra parte, este discurso es paralelo a la quiebra del estereotipo único del señor feudal andino y se conecta con el proceso demostrativo de la recíproca influencia entre los universos de indios y mistis, proceso que se ha llamado también la indigenización o indianización del opresor, y que equivale, de cualquier modo, a la superación de las dicotomías simplistas. En suma, si bien la hacienda subyace como el paradigma social y económico en el que ocurre la batalla de intereses y grupos étnicos encontrados, esta dimensión cultural última confiere su particular signo al mundo andino, y se resiste a ser reducida al exclusivo criterio de pugna clasista. Con esta convicción, creemos, pues, que el concepto de la hacienda ha jugado un rol importante en la construcción de la realidad literaria de Arguedas; que es algo así como una matriz que da paso a símbolos renovados. Y, en la medida en que históricamente se presentía la liquidación del sistema, en el nivel literario postula José María Arguedas que sólo había cambios en la dimensión física y en el nombre de la unidad de explotación, pues ésta llegaba a expandirse al nivel del país. Finalmente, la misma fría lógica que deslindaba entre hacienda y comunidad libre, o propietario y comunidad, sirve para diferenciar entre países dominantes y dependientes. Así se podrá decir que, también en este caso, hallamos la resonancia del esquema original de José María Arguedas, sólo que ahora en una dimensión más compleja.
III
Oponiéndonos a una versión hasta cierto punto alimentada por el propio autor, quien por modestia insistía en lo precario de su formación educativa universitaria, creemos que es justo resaltar la notable agudeza y ponderación de sus juicios al comentar sus propias obras y su interpretación de las culturas del país y de las sociedades andinas. Por esta razón, pensamos que conviene recordar, un par de párrafos de una conferencia dictada por Arguedas en 1968, en la Casa de las Américas de La Habana:
Ahora ¿qué es lo que piensan los indios al respecto de los señores? Se han descubierto últimamente algunos mitos, que son la expresión más cabal de lo que los indios piensan respecto de los señores.
La mayor parte de las haciendas de la zona andina del país tienen siervos, es decir, que trabajan gratuitamente para el hacendado.
En una hacienda se descubrió un mito creado por los indios, en el cual se asegura que hubo dos humanidades: una humanidad muy antigua, que fue creada por el dios Adan-eva. El dios Adan-eva creó una humanidad formada por gentes que eran muy fuertes, que hacían caminar las piedras con azotes y que construyeron grandes edificios mediante ese poder descomunal que tenían; el defecto que tenían es que eran relativamente escasos de inteligencia. El dios Adan-eva se prendó de una mujer hermosa, pero ella no aceptó los requerimientos del dios y entonces el dios la llevó por la violencia a su casa y cuando la mujer estuvo encinta la arrojó de su casa. Esta mujer era la Virgen de las Mercedes.
La Virgen de las Mercedes dio a luz un niño, que es Téete Mañuco. Téete Mañuco, cuando fue hombre, destruyó la humanidad creada por su padre, haciendo caer lluvia de fuego. Como quedaban algunos todavía vivos, él, con el hueso de una canilla acabó de matar a los últimos que quedaban de la humanidad creada por su padre y creó luego a la humanidad actual, pero dividió a la humanidad en dos gentes; los indios y los blancos. (Pero no les llamaban blancos, sino mistis, porque la división es mucho más cultural que racial). Dividió la humanidad en indios que debían trabajar para los mistis, y los mistis que tenían el privilegio de gozar del fruto del trabajo de los indios, a los cuales se les podía hacer trabajar por la fuerza y azotándolos. Pero creó al mismo tiempo el Infierno y el Cielo.
Todos van al Infierno, porque nadie está exento de pecado; luego todos van al Cielo. Pero el Cielo es exactamente igual que la tierra; la única diferencia que hay es que en el Cielo, los que fueron indios en la tierra se convierten en blancos señores y hacen trabajar a los que en este mundo los hicieron trabajar a ellos. Y así como los blancos o mistis los consideraban a ellos como una humanidad aparte, los indios también consideran a los otros como una humanidad enteramente aparte.
Hay otro mito que concibe dos grupos de haciendas, creado por indios de una comunidad libre, una comunidad en la cual los indios no fueron totalmente despojados de sus tierras. Según ellos, la humanidad fue creada por un dios que se llama Inkarrí. Inkarrí creó a los segundos dioses o sea las montañas que protegen al hombre porque de ellas brota el agua y son, al mismo tiempo, los dioses de la fecundidad. Luego de crear las montañas, creó al hombre y todo lo que sobre la tierra existe, y finalmente lanzó una barreta de oro y allí donde cayó la barreta de oro fundó la ciudad del Cuzco, que era la ciudad donde él, Inkarrí, debía vivir. Después vino el rey español y entró en guerra con Inkarrí. El rey español era mucho más astuto y tenía armas mucho más poderosas: venció a Inkarrí y le cortó la cabeza. La cabeza está enterrada en el Cuzco, pero Inkarrí no está muerto. El cuerpo del dios se está reconstruyendo hacia abajo, hacia abajo de las piernas; cuando el cuerpo del dios esté enteramente reconstruido, entonces dará un salto sobre el mundo e Inkarrí hará el juicio final. Esta división es total y hasta hace nada más que unos treinta años era absolutamente irreconciliable.4
Estamos persuadidos de que la vertiente etnográfica resulta enormemente útil para asuntos como el que tratamos. Otro texto relevante para comentar la percepción de la hacienda como matriz literaria es El sueño del pongo (1965). Este texto aprovecha y reelabora un relato tradicional que escuchó Arguedas en varias zonas del país, con ligeras variantes. En síntesis, es la historia de un pongo, de un siervo, quien por su aspecto físico era el más miserable, débil y pequeño de los indios de la hacienda; por dicho motivo, desde que ingresó al servicio del patrón, atrajo las burlas más crueles y la ofensa permanente del amo, quien lo humilla y entrega a la mofa de la servidumbre, sin cansarse de ridiculizarlo con la palabra y obligarlo a hacer muecas, imitaciones y payasadas, para exponerlo al ridículo. El infeliz sujeto era agraviado cada vez que el patrón lo veía o lo recordaba, llegando a inspirar lástima inclusive a los otros siervos.
El hombrecito no hablaba con nadie; trabajaba callado; comía en silencio. Todo cuanto le ordenaban, cumplía. "Sí, papacito; sí, mamacita", era cuanto solía decir. (p.15)
Su resignación no lo salvaba de tan triste destino; tampoco su humildad.
Golpeándolo con la bota, sin patearlo fuerte, el patrón derribaba al hombrecito sobre el piso de ladrillo del corredor. –Recemos el Padrenuestro– decía luego el patrón a sus indios, que esperaban en fila. El pongo se levantaba a pocos, y no podía rezar porque no estaba en el lugar que le correspondía, ni ese lugar correspondía a nadie. (p.17)
Pero un día, ante el asombro del patrón y de todos los presentes a la hora del rezo, cuando la servidumbre se reunía en el corredor de la hacienda, el hombrecito de la historia abrió la boca. Se dirigió al patrón y le pidió licencia para hablar. Dijo, ante el suspenso general y el asombro del amo y de todos, que quería contar el sueño que había tenido, y así llegamos al clímax del relato.
En síntesis, contó que en su sueño habían muerto los dos, el patrón y él, el pongo. Que naturalmente habían ido sus almas al cielo, en donde ambos fueron recibidos como merecían, o sea el señor con honores, y él como siervo. Que luego San Francisco, con auxilio de un ángel hermoso, el más hermoso de todos los ángeles, y del más viejo y feo de los mismos, los habían cubierto, de miel al señor y de excremento al indio.
– Así mismo tenía que ser -afirmó el patrón-, ¡Continúa! ¿o todo concluye allí?
Luego termina el relato en esta forma:
– No, padrecito mío, señor mío. Cuando nuevamente, aunque ya de otro modo, nos vimos juntos, los dos, ante nuestro gran padre S. Francisco, él volvió a mirarnos, también nuevamente, ya a ti ya a mí, largo rato. Con sus ojos que colmaban el cielo, no sé hasta qué honduras nos alcanzó, juntando la noche con el día, el olvido con la memoria. Y luego dijo: "todo cuanto los ángeles debían hacer con ustedes ya está hecho. Ahora lámanse uno al otro! Despacio, por mucho tiempo. El viejo ángel rejuveneció a esa misma hora; sus alas recuperaron su color negro, su gran fuerza. Nuestro padre le encomendó vigilar que su voluntad se cumpliera. (p. 21)
A estas alturas de la exposición creo haber mostrado, el modo en que la matriz de la hacienda subyace en gran parte de la producción de José María Arguedas, pero me interesa puntualizar, y todos lo habrán advertido, que en su obra ese tópico es transformado y recreado. ¿Cómo se produce ese fenómeno? A base de las luces proyectadas sobre las condiciones humanas, reformulando el viejo planteo circunscrito a la expoliación y el abuso, para luego mostrar este problema sin esquivarlo, a la vez desde un múltiple asedio a las fuentes de las creencias colectivas, de la dimensión de la cultura entendida como producción comunitaria, de la capacidad creadora de las sociedades andinas; rehusando con tenacidad los clichés literarios del indigenismo tradicional y del exotismo modernista; expandiendo su indagación al mundo de los patrones y descubriéndolos en su complejidad inexplorada; atisbando por último los canales inesperados a través de los cuales se nutre la personalidad de los campesinos de la región andina, y su confianza en la rebelión de Inkarrí, para redimir a todos aquellos que, como el pongo, no están en el lugar que les corresponde, porque ese lugar no corresponde a nadie, no debe corresponder a nadie. De este modo, el gran escritor iluminó nuestro conocimiento del Perú con insólito brillo y pasión y verdad, de lo cual estas páginas quieren ser un esbozo, en el empeño de aproximar la literatura y la ciencia social.
jueves, 1 de septiembre de 2011
Destino, Cuando Dalí y Disney entendieron el arte de encontrarse en el sueño.
Pocos artistas pueden ser tan provocadores y trasgresores como Salvador Dalí. Y poco creativos tan sistémicos como Walt Disney. Y sin embargo fusionar lo que parece que no tiene paralelos ni puntos evidentes de contacto, puede resultar en una propuesta sorprendente y visionaria.
Se dice que en 1946 Walt Disney propuso a Salvador Dalí elaborar las ilustraciones para un cortometraje animado que tendría como fondo la canción “Destino” compuesta por el mexicano Armando Domínguez. El proyecto tendría una duración de 6 minutos, una especie de video clip que formaria parte de un proyecto más grande compuesto de relatos breves.
El proyecto nunca se llevó a cabo, pero quedaron los materiales que Dalí realizó para el cortometraje. Tiempo después, al parecer Roy Disney – también fallecido- decidió revivirlo y producir este sorprendente corto que combina plástica, ballet y una alucinante visión onírica que solo podría crear un genio como Salvador Dalí.
El corto ve la luz en 2003 en el Festival Internacional de Annecy. Dirige Dominique Monfery, quien completa el trabajo al lado de un nutrido y destacado grupo de dibujantes y animadores que logran recomponer la obra a partir de la estética que todos identificamos dentro de la obra de Salvador Dalí y los parámetros de la animación tradicional que Disney ha desarrollado y perfeccionado durante décadas. Se dice también que no sucumbieron a la tentación de usar la reciente y muy socorrida animación por computadora para respetar el intento original con el que el proyecto fue concebido.
Destino, además no podría llevar mejor nombre. Solo eso explica que algún día Dalí y Disney se encontraran y hubieran tenido ganas de trabajar juntos. La letra de la canción habla del amor y la fuerza que une a las personas que de verdad se aman. Todo ello en medio de un sueño, la danza y el desasosiego por la ausencia del ser amado. Interesante y sugestivo, aquí se los dejo, ojalá lo disfruten.
Se dice que en 1946 Walt Disney propuso a Salvador Dalí elaborar las ilustraciones para un cortometraje animado que tendría como fondo la canción “Destino” compuesta por el mexicano Armando Domínguez. El proyecto tendría una duración de 6 minutos, una especie de video clip que formaria parte de un proyecto más grande compuesto de relatos breves.
El proyecto nunca se llevó a cabo, pero quedaron los materiales que Dalí realizó para el cortometraje. Tiempo después, al parecer Roy Disney – también fallecido- decidió revivirlo y producir este sorprendente corto que combina plástica, ballet y una alucinante visión onírica que solo podría crear un genio como Salvador Dalí.
El corto ve la luz en 2003 en el Festival Internacional de Annecy. Dirige Dominique Monfery, quien completa el trabajo al lado de un nutrido y destacado grupo de dibujantes y animadores que logran recomponer la obra a partir de la estética que todos identificamos dentro de la obra de Salvador Dalí y los parámetros de la animación tradicional que Disney ha desarrollado y perfeccionado durante décadas. Se dice también que no sucumbieron a la tentación de usar la reciente y muy socorrida animación por computadora para respetar el intento original con el que el proyecto fue concebido.
Destino, además no podría llevar mejor nombre. Solo eso explica que algún día Dalí y Disney se encontraran y hubieran tenido ganas de trabajar juntos. La letra de la canción habla del amor y la fuerza que une a las personas que de verdad se aman. Todo ello en medio de un sueño, la danza y el desasosiego por la ausencia del ser amado. Interesante y sugestivo, aquí se los dejo, ojalá lo disfruten.
jueves, 18 de agosto de 2011
IT MIGHT GET LOUD, un documental de guitarristas
Dirigido por David Guggenheim, ‘It Might Get Loud' cuenta las historias de estos tres guitarristas y muestra cómo crearon su propio estilo. Por eso, cada guitarrista describe su propia rebelión musical: Page contra la sacarina pop de los años sesenta, The Edge contra los auto-indulgentes solos de los años setenta, Jack White contra el alma del bajo de los años ochenta.
Los tres guitarristas fueron elegidos por su impacto a través de tres generaciones diferentes. Cada uno explica y manifiesta como cambiaron el sonido de la guitarra para satisfacer su propio estilo.
A diferencia de otros documentales rock n' roll se centra en la música, dándo acceso al intimo proceso creativo. Por ello, en el film se ven lugares que dejaron una marca en cada uno de ellos.
Page visita las salas de las piedras de Headley Grande donde ‘Stairway to Heaven' fue compuesta. En Dublín, The Edge saca el original en donde están la pista original de cuatro ensayos de ‘Where The Street Have No Name'. Y en Tennessee, White se confiesa sentirse inspirado en el estilo crudo del bluesman Son House. Y es más, vemos que cada música está haciendo nuevos trabajos que aún no han sido publicados.
Page visita las salas de las piedras de Headley Grande donde ‘Stairway to Heaven' fue compuesta. En Dublín, The Edge saca el original en donde están la pista original de cuatro ensayos de ‘Where The Street Have No Name'. Y en Tennessee, White se confiesa sentirse inspirado en el estilo crudo del bluesman Son House. Y es más, vemos que cada música está haciendo nuevos trabajos que aún no han sido publicados.
El documental incluye una ‘jam session' en la que participan los tres guitarristas en la cual demuestran sus diferentes gustos musicales.
domingo, 14 de agosto de 2011
UKUKU cortometraje de Gastón Vizcarra
Premio Conacine 2009
Este corto, dirigido por el director peruano Gastón Vizcarra, fue uno de los ganadores del Concurso de Cortometrajes de Conacine 2009. Queremos compartirlo; con las disculpas correspondientes a su director. Pero es que como peruano me resulta difícil que este buen trabajo no se dé a conocer al mundo y a todo el Perú, reduciendo su difusión sólo a los circuitos culturosos de Lima.
El tema que se toca en la cinta es propicio para destacar el cuidado del medio ambiente, desde una perspectiva que no soslaya las tradiciones culturales del Perú profundo. Gracias por este aporte Gastón y sigamos haciendo más grande a nuestra nación...¡VIVA EL PERÚ!
Premio Conacine 2009
Este corto, dirigido por el director peruano Gastón Vizcarra, fue uno de los ganadores del Concurso de Cortometrajes de Conacine 2009. Queremos compartirlo; con las disculpas correspondientes a su director. Pero es que como peruano me resulta difícil que este buen trabajo no se dé a conocer al mundo y a todo el Perú, reduciendo su difusión sólo a los circuitos culturosos de Lima.
El tema que se toca en la cinta es propicio para destacar el cuidado del medio ambiente, desde una perspectiva que no soslaya las tradiciones culturales del Perú profundo. Gracias por este aporte Gastón y sigamos haciendo más grande a nuestra nación...¡VIVA EL PERÚ!
jueves, 11 de agosto de 2011
TRAINSPOTTING
Trainspotting es el nombre de la novela de Irvine Welsh. Trainspotting es el nombre de la película dirigida por Danny Boyle (UK 1996); inspirada en la obra, cuyo guión corrió a cargo de John Hodge. La película como el libro muestra ese lado lacerante y brutal del personaje Mark Renton (Ewan Mcgregor) por subsistir sin su adicción a la heroína en este mundo voraginezco que es la realidad. El filme tiene la peculiaridad de mostrarnos de manera muy cercana los efectos de la heroína en sus protagonistas, hecho que sirvió o dio origen a una serie de mitos en torno al consumo explícito por parte de los actores en la realización de la película. Este supuesto, como debe saberse, quedo aclarado por los artistas los cuales manifestaron que se habían servido de las entrevistas o focus group que se realizaron a varios jóvenes en centros de rehabilitación ingleses. Trainspotting, la película, debe su éxito en las taquillas; allá por la segunda mitad de los noventas, a su proximidad latente con la obra, a la temática impuesta por Welsh en su historia, a la desazón de una generación decepcionada (lo que posteriormente en los dosmiles se les conocerá como freaks) y a la excelente banda sonora.
Indagando y revisando revistas de los noventas, encontré una entrevista realizada a los responsables de Trainspotting, la película (Boyle – Macdonald – Hodge) alojada en la edición junio 1996 de la revista francesa Premiere especializada en cinematografía; cuya edición de ese mes estaba íntegramente dedicada al Festival de Cannes. Esa entrevista no hubiera sido inteligible para mí, si no fuera por la ayuda que en su momento le solicité a Erika Alfaro Ninamango quién tradujo en su totalidad el reportaje gráfico.
PEQUEÑAS OFERTAS ENTRE AMIGOS Entrevista a los realizadores de "TRAINSPOTTING"
Entrevistador:
Jean – Yves Katelan
Para Premiere Edición Cannes 1996
Traducción: Erika Alfaro Ninamango.
El trío treintañero Boyle – Macdonald – Hodge, responsable de "Pequeñas muertes entre amigos", retoma el tema con "Trainspotting", una película vigorosa, humorística y cínica sobre un sujeto sombrío. Por lo tanto este segundo largometraje tiene en común la historia de la heroína en contraposición a trenes rotos, tabúes y desastres. No se mueven más que en grupos, Danny, Andrew y John están manifiestamente relajados y tienen toda la razón de estarlo ya que en "Trainspotting" es, antes de su presentación en Cannes (medianoche), su estreno en Francia (19 de junio 1996) y su estreno americano (17 de julio) un éxito en Gran Bretaña con casi 2.5 millones de entradas.
ANDREW MACDONALD/ Yo me llamo Andrew Macdonald, yo soy el productor y Macdonald se escribe con una pequeña d. Es muy importante esto. Yo nací en Glasgow, donde hemos filmado esta película, y yo soy el más joven de los tres: tengo 30 años.
Jean – Yves Katelan
Para Premiere Edición Cannes 1996
Traducción: Erika Alfaro Ninamango.
El trío treintañero Boyle – Macdonald – Hodge, responsable de "Pequeñas muertes entre amigos", retoma el tema con "Trainspotting", una película vigorosa, humorística y cínica sobre un sujeto sombrío. Por lo tanto este segundo largometraje tiene en común la historia de la heroína en contraposición a trenes rotos, tabúes y desastres. No se mueven más que en grupos, Danny, Andrew y John están manifiestamente relajados y tienen toda la razón de estarlo ya que en "Trainspotting" es, antes de su presentación en Cannes (medianoche), su estreno en Francia (19 de junio 1996) y su estreno americano (17 de julio) un éxito en Gran Bretaña con casi 2.5 millones de entradas.
ANDREW MACDONALD/ Yo me llamo Andrew Macdonald, yo soy el productor y Macdonald se escribe con una pequeña d. Es muy importante esto. Yo nací en Glasgow, donde hemos filmado esta película, y yo soy el más joven de los tres: tengo 30 años.
DANNY BOYLE/ Yo me llamo Danny Boyle, yo tengo 39 años, yo soy el realizador y el más viejo de los tres. Y el más inmaduro. Como ustedes irán a darse cuenta rápidamente. Yo vengo de Manchester, yo no soy sobre todo escocés. Yo me hago pasar como un escocés cuando es necesario.
JOHN HODGE/ Yo me llamo John Hodge. Yo nací en Glasgow en el 64. O sea hace mucho tiempo…Yo escribí "Pequeñas muertes entre amigos" y ahora "Trainspotting"…
PREMIERE/ ¿Usted no es pariente con Johnny Hodges, el saxofonista de Duke Ellington?
HODGE/ No, yo era mesera en Egipto en otra vida, pero eso es todo.
MACDONALD/ Y al principio, es un médico. Es el único que ejerció una verdadera profesión.
PREMIERE/ "Trainpotting" presenta similitudes con, El odio, mismo si vuestra película es menos “correcta”. ¿Usted ha conocido a Mathieu Kassovitz?
BOYLE/ Jamás. Pero nosotros hemos querido antes que todo restituir el espíritu del libro de Irvine Welsh que es una novela insolente. En el libro que ellos sean de derecha o de izquierda, los tabúes están sujetos a demolición. Y no es justo por espíritu de provocación: hay problemas de provocación que requieren grandes golpes de puño en el hocico.
PREMIERE/ El libro ha sido un Best – Sellers en Inglaterra.
MACDONALD/ Enorme. En el Top 10 encontramos en el cuarto lugar "Trainspotting, el libro que ha inspirado la película" y en el sexto lugar "Trainspotting, la edición original". Pero es el mismo libro, sólo es la cobertura la que cambia. Sumando las dos ediciones, se han vendido 250, 000 ejemplares desde el estreno de la película, más que los libros de John Grisham…
PREMIERE/ "Trainspotting" ¿Qué es lo que significa exactamente?
HODGE/ Designa todo comportamiento obsesivo que consiste en ordenar algo por uno mismo dentro de un mundo caótico. Al origen, el “trainspotter” es alguien que mira los trenes partir y anota los números.
PREMIERE/ Hay que ser verdaderamente inglés para hacer eso…
BOYLE/ Toda clase de gente, de toda clase social hace eso…
MACDONALD/ Es también un fenómeno medianamente nostálgico, una manera de regresarse hacia la edad de oro en el camino de fierro (rieles), hacia esos trenes a vapor que la gente amaba tanto. Es un fenómeno muy masculino. Los machos de este país están igualmente obsesionados por el fútbol de los años setenta. De una manera general, hay en Inglaterra una separación muy vaga entre los años setenta y la actualidad.
PREMIERE/ Pero la meta del “trainpotter”, ¿qué es en realidad?
MACDONALD/ Al principio, ellos se escribían unos con otros, se cambiaban informaciones que ellos habían visto.
HODGE/ Porque una vez que usted había comenzado, usted no podía pararse más antes de haber visto y anotado todos los números de todas las locomotoras.
MACDONALD/ En la película, existen igualmente aquellos que están obsesionados por el cinema, que arruinan su vida mirando películas. A ellos no les interesa saber si uno u otro es un buen realizador. Lo que cuenta, es observar todas las películas. Para mí, estos tipos son la nueva generación de “trainpotter”. Y, por supuesto, está la obsesión de la droga…
PREMIERE/ A propósito, la película ha hecho escándalo en Inglaterra, ¿no?
HODGE/ Algunos diarios han intentado fabricar uno, pero no funcionó.
MACDONALD/ Sí… los diarios de derecha han encontrado que todo era amoral.
BOYLE/ Pero era sobre todo gente que no había visto la película. Es verdad que, deliberadamente, la película no propone un recuadro moral.
PREMIERE/ ¿En qué época se sitúa la película?
BOYLE/ En el libro, la acción se sitúa a mediados de los años ochenta en Edimburgo, la capital europea de la heroína. Nosotros, queríamos dar la impresión que la película se termine hoy día. De pronto la música va de Iggy Pop de los años 84 - 85 – Época donde los neo punks se pusieron a reescucharlo – a la brit pop (Pulp, Blur…), pasando por el baile de los años ochenta en Londres, en el momento donde debutaron los raves.
PREMIERE/ La escena de los baños es muy espectacular. ¿Cómo han definido la manera de filmar los efectos de la heroína?
HODGE/ Era efectivamente un problema: ¿Cómo filmar una experiencia totalmente interna? Ya que, desgraciadamente, los heroinómanos no se vuelven verdes, sería mucho más fácil… Entonces escogimos ser más simbólicos.
PREMIERE/ Ustedes “tomaron” bastante antes de decidirse.
BOYLE/ ¡Pleno! En efecto no, preguntamos a las personas que la tomaban.
HODGE/ Es más, el libro describía los efectos.
MACDONALD/ Es verdaderamente una droga poco cinegénica, muy pasiva, que no provoca trips alucinatorios. El efecto de la heroína, es un increíble olvido de sí mismo, una especie de paz…Hay entonces una contradicción evidente con el cine. Más bien, hemos buscado devolverles el estado de ánimo a estos jóvenes heroinómanos. En lugar de hacer un filme absolutamente realista sobre “¿Qué significa tomar heroína?” Para eso ya hay muchos documentales en Inglaterra. Yo no sé cómo es en Francia, pero aquí, la prensa intenta siempre extraer de las películas un cuestionamiento a la sociedad.
PREMIERE/ Nosotros, tenemos la ventaja de ser una revista dedicada al cine.
MACDONALD/ Luego de haber pasado las proyecciones en EE.UU, sólo fue una cuestión de cinema.
PREMIERE/ ¿Los norteamericanos comprenden bien la película? ¿El acento escocés?
BOYLE/ Comprendieron más de lo que nosotros pensábamos. No fue un problema pero un público a la moda, escogido, joven se presentó en Manhattan… La película parece que funciona cuando es proyectada frente a un público restringido y urbano. Son personas que probablemente hayan visto uno o más filmes de una lista que comprenderían "Les Commitments", "Pulp Fiction", "Petits Meurtre…", "La Haine"…
PREMIERE/ ¿Cuándo saldrá allá?
MACDONALD/ El 17 de julio en contraprograma con los Juegos Olímpicos. Primero en Los Ángeles y luego New York. En el mejor de los casos, terminará con cuatrocientas salas, lo que significaría de 50 a 60 millones de francos de ganancias lo que sería un enorme suceso…Pero nosotros contamos mucho con Francia, Alemania y la Escandinavia. Allí, esperamos 2.5 ó 3 millones de entradas. Es decir entre 60 y 80 millones de francos.
PREMIERE/ ¿Cómo están ustedes ahora considerados en Inglaterra?
MACDONALD/ Somos siempre las mejores “revelaciones”. Aunque hace tiempo lo hemos demostrado. Durará hasta nuestro primer flop comercial: ahí, seremos al fin miembros de la academia y recibiremos premios.
BOYLE/ Más seriamente, una de las buenas cosas en el hecho de quedarse en grupo, es que evitemos ser ahogados en esta academia que es la industria de las películas en Gran Bretaña. Resistimos mejor.
PREMIERE/ Aquí ustedes. ¿Están considerados como autores?
BOYLE/ No es verdaderamente la palabra que yo prefiero
MACDONALD/ Yo creo que la tradición es diferente en Francia. En Inglaterra, no hay una gran tradición de “autores” de cine. Es una tendencia impuesta por la gente que rechazaba aceptar la importancia del libreto. En el cine inglés, los escenaristas como parte componente de una película siempre han sido increíblemente importante.
PREMIERE/ "Pequeñas muertes…" y "Trainspotting" son dos películas de bajos recursos (7 y 12 millones de francos) ¿El próximo también?
BOYLE/ El próximo será muy caro porque se va a pagar salarios de príncipes.
PREMIERE/ ¿Será una película americana?
MACDONALD/ No, será una película inglesa pero nosotros la realizaremos en América. Será el opuesto de "Sensatez y Sentimiento" que es más bien un filme americano realizado en Inglaterra.
lunes, 8 de agosto de 2011
EL CISNE NEGRO
(Darren Aronofski– 2010)
Julio Palomino H.
Black Swan (conocida en español como Cisne negro) es una película estadounidense de suspense psicológico. Está protagonizada por Natalie Portman y Mila Kunis. La primera ganadora del Oscar, el Globo de Oro y el Premio de la Asociación de Críticos y Guionistas Estadounidenses por su actuación en esta cinta. Además, el filme obtuvo nominaciones a los BAFTA y a los Globos de Oro en la categoría de mejor película.
La historia habla de dos bailarinas de ballet en una producción de El lago de los cisnes en la ciudad de Nueva York. Como requisito de la obra, es necesario que una bailarina interprete al mismo tiempo tanto al inocente Cisne Blanco como al no tan inocente Cisne Negro. Nina (Portman) es adecuada para el primero mientras Lily (Kunis) para el segundo. Nina es designada para protagonizar la puesta en escena y con ello ambos papeles. La película aborda todas las acciones que Nina realizará para convertirse en el Cisne Negro.
El artículo de Jorge Paredes que presentamos, publicado en el suplemento El Dominical de El Comercio, el 06 de marzo del 2011; ofrece una mirada profunda a Nina Sayers. Basándose en un enfoque psicoanalítico, y con la anuencia de la psicoanalista María Paz de la Puente pretende darnos mayores trazos de la personalidad convulsa de una protagonista que lucha desesperadamente consigo misma para alcanzar su más preciado anhelo; aunque esa constante le depare el camino hacia la destrucción.
EL CISNE EXTRAVIADO por Jorge Paredes
El cisne extraviado
Un perfil psicológico de Nina, la protagonista de “El cisne negro”, que le valió a Natalie Portman el Óscar a mejor actriz.
Una puesta en escena de “El lago de los cisnes”, una joven y grácil bailarina de ballet obsesionada por conseguir el papel principal, una madre dominante y perversa, un director exigente y perturbador, son los elementos centrales de “El cisne negro”. Este thriller psicológico, dirigido por Darren Aronofsky, explora la búsqueda compulsiva por la perfección que agobia a Nina (magistralmente interpretada por Natalie Portman), una muchacha que llegará a inmolarse en aras de ser el cisne negro de la célebre obra de Tchaikovski.
Niña mala de la historia
“Nina ante todo es una adolescente y hay que encuadrarla en ese momento evolutivo”, dice la psicoanalista María Paz de la Puente, quien confiesa haberse sentido atrapada por la historia de esta joven atormentada, conflictiva y doliente. “Ella tiene una personalidad muy frágil, escindida, partida, que está muy bien simbolizada por el cisne negro y el cisne blanco. Un lado, el cisne blanco, está adaptado a duras penas a la realidad, aunque sin una identidad propia, pues es una prolongación de la mamá; y el otro, el cisne negro, es esa zona oculta que aparece por las demandas de su propia sexualidad, pero también por las exigencias de la danza y del director, que la invita a explorar su cuerpo. Es un lado brutal que ella había tratado de ocultar para ser la niña linda y buena de mamá”.
Saliendo de la realidad
¿Pero cuál podría ser el diagnóstico de Nina? ¿Es una muchacha perturbada por un entorno hostil o solo es alguien que trata de encarnar a la perfección el personaje de Tchaikovski? “Se trata de una personalidad frágil”, comenta la psicóloga clínica Adhara Ampuero. “Tal como lo plantea la película, lo que tiene Nina sería un trastorno de personalidad con episodios psicóticos. En términos sencillos, diríamos que ella tiene el control de las cosas, pero se va de la realidad por momentos”.
Esto aumenta con el estrés, por eso tras la llegada a la compañía de ballet de Lily (Mila Kunis), una chica que puede hacerle sombra en su camino a ser la estrella de “El lago de los cisnes”, Nina siente la presión y empieza a perder el equilibrio.
Es más, comienza a proyectar en Lily lo que ella quisiera ser o experimentar. Lily es la amiga que la ayuda a escapar del control materno, es la amante de sus fantasías sexuales, pero también es la rival a la que debe vencer o matar. “Nina proyecta hacia fuera todo lo malo, que está representado en la otra chica, aunque en verdad eso forma parte de ella misma”, agrega Adhara Ampuero.
El vuelo
“Nina podría ser diagnosticada como ‘borderline’, pues tiene períodos transitorios de locura, de psicosis, por tratar de dominar toda esa parte negra que la agobia”, afirma María Paz de la Puente. Así, vemos cómo ella se arranca la piel de las uñas, cómo se inflige lesiones, cómo se desfoga haciéndose daño y sintiéndose culpable por ello o cómo siente que de verdad le están naciendo plumas debajo de la piel, en un parto triste y doloroso.
“Eso que es una locura es al mismo tiempo una salvación para ella”, explica De la Puente. “Es paradójico porque al buscar ser el cisne negro (el personaje perverso de la obra de Tchaikovski), ella busca escapar del destino que tenía como cisne blanco. Y al final lo logra. Ella le dice al director que ha sentido la perfección y se tira hacia atrás, y aparece esa mancha roja de sangre en su vientre que se abre a muchas interpretaciones. Puede significar la muerte del cisne blanco, pero también podríamos pensar que ha perdido la virginidad, o puede estar ligada al nacimiento de un nuevo ser”.
Esa mezcla entre nacimiento, pérdida de la virginidad y muerte, esa lucha entre Eros y Tánatos, representa todo el simbolismo freudiano que cubre la película y, como dice María Paz de la Puente, no podemos evitar identificarnos con Nina porque todos alguna vez asesinamos a ese cisne blanco para dejar volar nuestras emociones y deseos.
“NADA PERSONAL” ESTERILIZACIONES FORZADAS EN EL PERÚ
Julio Palomino H.
Este documental producido por el CLADEM (Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer) y dirigido por Carlos Cárdenas; denuncia las esterilizaciones forzadas practicadas a 300 mil mujeres peruanas, que se llevó a cabo durante el gobierno del inefable Alberto Fujimori Fujimori. Una vez más las demandas impuestas por el neoliberalismo, forzó una política de Estado la cual exigía un control de la natalidad de manera radical y en el Perú con la venia del japonés se hizo de manera violenta. Se organizaron los “Festivales de Ligaduras de Trompas”; toda una carnicería para las mujeres que fenecieron después de ejecutárseles la intervención y en otras una privación del derecho natural de ejercer su maternidad. Este documental cobra importancia porque el tema se volvió a tocar en las postrimerías de las elecciones para la segunda vuelta del 2011. En ella, los actores directos de esta “campaña de esterilización” como Alejandro Aguinaga (Ministro de Salud) y Luisa María Cuculiza (Ministra de la Mujer), de ese entonces, salieron para desviar con sus argumentos poco convincentes lo grave de esta política de Estado y que a la larga sirvió para que la hija del japonés Keiko Fujimori Higuchi perdiera las elecciones del 2011.
Julio Palomino H.
Este documental producido por el CLADEM (Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer) y dirigido por Carlos Cárdenas; denuncia las esterilizaciones forzadas practicadas a 300 mil mujeres peruanas, que se llevó a cabo durante el gobierno del inefable Alberto Fujimori Fujimori. Una vez más las demandas impuestas por el neoliberalismo, forzó una política de Estado la cual exigía un control de la natalidad de manera radical y en el Perú con la venia del japonés se hizo de manera violenta. Se organizaron los “Festivales de Ligaduras de Trompas”; toda una carnicería para las mujeres que fenecieron después de ejecutárseles la intervención y en otras una privación del derecho natural de ejercer su maternidad. Este documental cobra importancia porque el tema se volvió a tocar en las postrimerías de las elecciones para la segunda vuelta del 2011. En ella, los actores directos de esta “campaña de esterilización” como Alejandro Aguinaga (Ministro de Salud) y Luisa María Cuculiza (Ministra de la Mujer), de ese entonces, salieron para desviar con sus argumentos poco convincentes lo grave de esta política de Estado y que a la larga sirvió para que la hija del japonés Keiko Fujimori Higuchi perdiera las elecciones del 2011.
LA CANTUTA EN LA BOCA DEL DIABLO
Julio Palomino H.
El Perú de los años noventa fue testigo de la más brutal represión ejecutada por un gobierno. Aduciendo una “lucha frontal” contra el terrorismo; se ideó desde las altas esferas del fujimorato un terrorismo de Estado, que no tuvo ninguna contemplación por el respeto a la vida y a las libertades. Producto de esa bárbara insania, disfrazada de “política de Estado” se cometieron crímenes de lesa humanidad. Uno de los más notorios, debido a la actitud férrea de los familiares de los desaparecidos por buscar la verdad, fue el secuestro, tortura y posterior asesinato de nueve estudiantes y un profesor de la UNE Enrique Guzmán y Valle La Cantuta en el año 1992; llevado a cabo por el Grupo Colina, comando paramilitar, dirigido por Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Este documental: “La Cantuta en la boca del diablo”, dirigido por Amanda Gonzales expone de manera detallada todos los pormenores que rodearon a esta masacre.
Julio Palomino H.
El Perú de los años noventa fue testigo de la más brutal represión ejecutada por un gobierno. Aduciendo una “lucha frontal” contra el terrorismo; se ideó desde las altas esferas del fujimorato un terrorismo de Estado, que no tuvo ninguna contemplación por el respeto a la vida y a las libertades. Producto de esa bárbara insania, disfrazada de “política de Estado” se cometieron crímenes de lesa humanidad. Uno de los más notorios, debido a la actitud férrea de los familiares de los desaparecidos por buscar la verdad, fue el secuestro, tortura y posterior asesinato de nueve estudiantes y un profesor de la UNE Enrique Guzmán y Valle La Cantuta en el año 1992; llevado a cabo por el Grupo Colina, comando paramilitar, dirigido por Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Este documental: “La Cantuta en la boca del diablo”, dirigido por Amanda Gonzales expone de manera detallada todos los pormenores que rodearon a esta masacre.
miércoles, 3 de agosto de 2011
MÁS INFORMACIÓN, MENOS CONOCIMIENTO Por Mario Vargas Llosa
Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard y todo indica que fue en su juventud un voraz lector de buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su generación, descubrió el ordenador, el Internet, los prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y no sólo dedicó buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la red; además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación sobre las que ha escrito extensamente en prestigiosas publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.
Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector, y, casi casi, un lector. Su concentración se disipaba luego de una o dos páginas de un libro, y, sobre todo si aquello que leía era complejo y demandaba mucha atención y reflexión, surgía en su mente algo así como un recóndito rechazo a continuar con aquel empeño intelectual. Así lo cuenta: “Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo”.
Preocupado, tomó una decisión radical. A finales de 2007, él y su esposa abandonaron sus ultramodernas instalaciones de Boston y se fueron a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado, donde no había telefonía móvil y el Internet llegaba tarde, mal y nunca. Allí, a lo largo de dos años, escribió el polémico libro que lo ha hecho famoso. Se titula en inglés The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains y, en español: Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus, 2011). Lo acabo de leer, de un tirón, y he quedado fascinado, asustado y entristecido.
Carr no es un renegado de la informática, no se ha vuelto un ludita contemporáneo que quisiera acabar con todas las computadoras, ni mucho menos. En su libro reconoce la extraordinaria aportación que servicios como el de Google, Twitter, Facebook o Skype prestan a la información y a la comunicación, el tiempo que ahorran, la facilidad con que una inmensa cantidad de seres humanos pueden compartir experiencias, los beneficios que todo esto acarrea a las empresas, a la investigación científica y al desarrollo económico de las naciones.
Pero todo esto tiene un precio y, en última instancia, significará una transformación tan grande en nuestra vida cultural y en la manera de operar del cerebro humano como lo fue el descubrimiento de la imprenta por Johannes Gutenberg en el siglo XV que generalizó la lectura de libros, hasta entonces confinada en una minoría insignificante de clérigos, intelectuales y aristócratas. El libro de Carr es una reivindicación de las teorías del ahora olvidado Marshall McLuhan, a quien nadie hizo mucho caso cuando, hace más de medio siglo, aseguró que los medios no son nunca meros vehículos de un contenido, que ejercen una solapada influencia sobre éste, y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de pensar y de actuar. McLuhan se refería sobre todo a la televisión, pero la argumentación del libro de Carr y los abundantes experimentos y testimonios que cita en su apoyo indican que semejante tesis alcanza una extraordinaria actualidad relacionada con el mundo del Internet.
Los defensores recalcitrantes del software alegan que se trata de una herramienta y que está al servicio de quien la usa y, desde luego, hay abundantes experimentos que parecen corroborarlo, siempre y cuando estas pruebas se efectúen en el campo de acción en el que los beneficios de aquella tecnología son indiscutibles: ¿quién podría negar que es un avance casi milagroso que, ahora, en pocos segundos, haciendo un pequeño clic con el ratón, un internauta recabe una información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en bibliotecas y a especialistas? Pero también hay pruebas concluyentes de que, cuando la memoria de una persona deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un ordenador, se entumece y debilita como los músculos que dejan de usarse.
No es verdad que el Internet sea sólo una herramienta. Es un utensilio que pasa a ser una prolongación de nuestro propio cuerpo, de nuestro propio cerebro, el que, también, de una manera discreta, se va adaptando poco a poco a ese nuevo sistema de informarse y de pensar, renunciando poco a poco a las funciones que este sistema hace por él y, a veces, mejor que él. No es una metáfora poética decir que la “inteligencia artificial” que está a su servicio, soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, en sus esclavos. ¿Para qué mantener fresca y activa la memoria si toda ella está almacenada en algo que un programador de sistemas ha llamado “la mejor y más grande biblioteca del mundo”? ¿Y para qué aguzar la atención si pulsando las teclas adecuadas los recuerdos que necesito vienen a mí, resucitados por esas diligentes máquinas?
No es extraño, por eso, que algunos fanáticos de la Web, como el profesor Joe O’Shea, filósofo de la Universidad de Florida, afirme: “Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web. Cuando uno se vuelve un cazador experimentado en Internet, los libros son superfluos”. Lo atroz de esta frase no es la afirmación final, sino que el filósofo de marras crea que uno lee libros sólo para “informarse”. Es uno de los estragos que puede causar la adicción frenética a la pantallita. De ahí, la patética confesión de la doctora Katherine Hayles, profesora de Literatura de la Universidad de Duke: “Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros”.
Esos alumnos no tienen la culpa de ser ahora incapaces de leer La Guerra y la Paz o el Quijote. Acostumbrados a picotear información en sus computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de concentración, han ido perdiendo el hábito y hasta la facultad de hacerlo, y han sido condicionados para contentarse con ese mariposeo cognitivo a que los acostumbra la red, con sus infinitas conexiones y saltos hacia añadidos y complementos, de modo que han quedado en cierta forma vacunados contra el tipo de atención, reflexión, paciencia y prolongado abandono a aquello que se lee, y que es la única manera de leer, gozando, la gran literatura. Pero no creo que sea sólo la literatura a la que el Internet vuelve superflua: toda obra de creación gratuita, no subordinada a la utilización pragmática, queda fuera del tipo de conocimiento y cultura que propicia la Web. Sin duda que ésta almacenará con facilidad a Proust, Homero, Popper y Platón, pero difícilmente sus obras tendrán muchos lectores. ¿Para qué tomarse el trabajo de leerlas si en Google puedo encontrar síntesis sencillas, claras y amenas de lo que inventaron en esos farragosos librotes que leían los lectores prehistóricos?
La revolución de la información está lejos de haber concluido. Por el contrario, en este dominio cada día surgen nuevas posibilidades, logros, y lo imposible retrocede velozmente. ¿Debemos alegrarnos? Si el género de cultura que está reemplazando a la antigua nos parece un progreso, sin duda sí. Pero debemos inquietarnos si ese progreso significa aquello que un erudito estudioso de los efectos del Internet en nuestro cerebro y en nuestras costumbres, Van Nimwegen, dedujo luego de uno de sus experimentos: que confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos reduce “la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras estables de conocimientos”. En otras palabras: cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos.
Tal vez haya exageraciones en el libro de Nicholas Carr, como ocurre siempre con los argumentos que defienden tesis controvertidas. Yo carezco de los conocimientos neurológicos y de informática para juzgar hasta qué punto son confiables las pruebas y experimentos científicos que describe en su libro. Pero éste me da la impresión de ser riguroso y sensato, un llamado de atención que –para qué engañarnos– no será escuchado. Lo que significa, si él tiene razón, que la robotización de una humanidad organizada en función de la “inteligencia artificial” es imparable. A menos, claro, que un cataclismo nuclear, por obra de un accidente o una acción terrorista, nos regrese a las cavernas. Habría que empezar de nuevo, entonces, y a ver si esta segunda vez lo hacemos mejor.
Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector, y, casi casi, un lector. Su concentración se disipaba luego de una o dos páginas de un libro, y, sobre todo si aquello que leía era complejo y demandaba mucha atención y reflexión, surgía en su mente algo así como un recóndito rechazo a continuar con aquel empeño intelectual. Así lo cuenta: “Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo”.
Preocupado, tomó una decisión radical. A finales de 2007, él y su esposa abandonaron sus ultramodernas instalaciones de Boston y se fueron a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado, donde no había telefonía móvil y el Internet llegaba tarde, mal y nunca. Allí, a lo largo de dos años, escribió el polémico libro que lo ha hecho famoso. Se titula en inglés The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains y, en español: Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus, 2011). Lo acabo de leer, de un tirón, y he quedado fascinado, asustado y entristecido.
Carr no es un renegado de la informática, no se ha vuelto un ludita contemporáneo que quisiera acabar con todas las computadoras, ni mucho menos. En su libro reconoce la extraordinaria aportación que servicios como el de Google, Twitter, Facebook o Skype prestan a la información y a la comunicación, el tiempo que ahorran, la facilidad con que una inmensa cantidad de seres humanos pueden compartir experiencias, los beneficios que todo esto acarrea a las empresas, a la investigación científica y al desarrollo económico de las naciones.
Pero todo esto tiene un precio y, en última instancia, significará una transformación tan grande en nuestra vida cultural y en la manera de operar del cerebro humano como lo fue el descubrimiento de la imprenta por Johannes Gutenberg en el siglo XV que generalizó la lectura de libros, hasta entonces confinada en una minoría insignificante de clérigos, intelectuales y aristócratas. El libro de Carr es una reivindicación de las teorías del ahora olvidado Marshall McLuhan, a quien nadie hizo mucho caso cuando, hace más de medio siglo, aseguró que los medios no son nunca meros vehículos de un contenido, que ejercen una solapada influencia sobre éste, y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de pensar y de actuar. McLuhan se refería sobre todo a la televisión, pero la argumentación del libro de Carr y los abundantes experimentos y testimonios que cita en su apoyo indican que semejante tesis alcanza una extraordinaria actualidad relacionada con el mundo del Internet.
Los defensores recalcitrantes del software alegan que se trata de una herramienta y que está al servicio de quien la usa y, desde luego, hay abundantes experimentos que parecen corroborarlo, siempre y cuando estas pruebas se efectúen en el campo de acción en el que los beneficios de aquella tecnología son indiscutibles: ¿quién podría negar que es un avance casi milagroso que, ahora, en pocos segundos, haciendo un pequeño clic con el ratón, un internauta recabe una información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en bibliotecas y a especialistas? Pero también hay pruebas concluyentes de que, cuando la memoria de una persona deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un ordenador, se entumece y debilita como los músculos que dejan de usarse.
No es verdad que el Internet sea sólo una herramienta. Es un utensilio que pasa a ser una prolongación de nuestro propio cuerpo, de nuestro propio cerebro, el que, también, de una manera discreta, se va adaptando poco a poco a ese nuevo sistema de informarse y de pensar, renunciando poco a poco a las funciones que este sistema hace por él y, a veces, mejor que él. No es una metáfora poética decir que la “inteligencia artificial” que está a su servicio, soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, en sus esclavos. ¿Para qué mantener fresca y activa la memoria si toda ella está almacenada en algo que un programador de sistemas ha llamado “la mejor y más grande biblioteca del mundo”? ¿Y para qué aguzar la atención si pulsando las teclas adecuadas los recuerdos que necesito vienen a mí, resucitados por esas diligentes máquinas?
No es extraño, por eso, que algunos fanáticos de la Web, como el profesor Joe O’Shea, filósofo de la Universidad de Florida, afirme: “Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web. Cuando uno se vuelve un cazador experimentado en Internet, los libros son superfluos”. Lo atroz de esta frase no es la afirmación final, sino que el filósofo de marras crea que uno lee libros sólo para “informarse”. Es uno de los estragos que puede causar la adicción frenética a la pantallita. De ahí, la patética confesión de la doctora Katherine Hayles, profesora de Literatura de la Universidad de Duke: “Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros”.
Esos alumnos no tienen la culpa de ser ahora incapaces de leer La Guerra y la Paz o el Quijote. Acostumbrados a picotear información en sus computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de concentración, han ido perdiendo el hábito y hasta la facultad de hacerlo, y han sido condicionados para contentarse con ese mariposeo cognitivo a que los acostumbra la red, con sus infinitas conexiones y saltos hacia añadidos y complementos, de modo que han quedado en cierta forma vacunados contra el tipo de atención, reflexión, paciencia y prolongado abandono a aquello que se lee, y que es la única manera de leer, gozando, la gran literatura. Pero no creo que sea sólo la literatura a la que el Internet vuelve superflua: toda obra de creación gratuita, no subordinada a la utilización pragmática, queda fuera del tipo de conocimiento y cultura que propicia la Web. Sin duda que ésta almacenará con facilidad a Proust, Homero, Popper y Platón, pero difícilmente sus obras tendrán muchos lectores. ¿Para qué tomarse el trabajo de leerlas si en Google puedo encontrar síntesis sencillas, claras y amenas de lo que inventaron en esos farragosos librotes que leían los lectores prehistóricos?
La revolución de la información está lejos de haber concluido. Por el contrario, en este dominio cada día surgen nuevas posibilidades, logros, y lo imposible retrocede velozmente. ¿Debemos alegrarnos? Si el género de cultura que está reemplazando a la antigua nos parece un progreso, sin duda sí. Pero debemos inquietarnos si ese progreso significa aquello que un erudito estudioso de los efectos del Internet en nuestro cerebro y en nuestras costumbres, Van Nimwegen, dedujo luego de uno de sus experimentos: que confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos reduce “la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras estables de conocimientos”. En otras palabras: cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos.
Tal vez haya exageraciones en el libro de Nicholas Carr, como ocurre siempre con los argumentos que defienden tesis controvertidas. Yo carezco de los conocimientos neurológicos y de informática para juzgar hasta qué punto son confiables las pruebas y experimentos científicos que describe en su libro. Pero éste me da la impresión de ser riguroso y sensato, un llamado de atención que –para qué engañarnos– no será escuchado. Lo que significa, si él tiene razón, que la robotización de una humanidad organizada en función de la “inteligencia artificial” es imparable. A menos, claro, que un cataclismo nuclear, por obra de un accidente o una acción terrorista, nos regrese a las cavernas. Habría que empezar de nuevo, entonces, y a ver si esta segunda vez lo hacemos mejor.
domingo, 31 de julio de 2011
UKUKU Corto de Gastón Vizcarra ganador del Concurso de Cortometrajes de Conacine 2009.
El origen del ukuku se encuentra en la mitología andina: se trata de una criatura nacida de la unión de una mujer con un oso de anteojos, de los que hereda su sabiduría y fuerza, respectivamente. Su condición de semidios le confiere la potestad de salvaguardar la buena conducta de su poblado, sin embargo, su principal función es la de escalar a los más altos nevados de la cordillera para picar un pedazo de hielo que bajará para la ceremonia de purificación del pueblo y de sus primeras cosechas. En los tiempos que corren, es durante la fiesta del Señor de Qoylluriti, en Cusco, (58 días después del Domingo de Resurrección), cuando los ukukus ascienden a los nevados en pos de las bendiciones.
El Ukuku de Gastón Vizcarra respeta las características históricas del personaje, no obstante, sus errores son de narración, pero principalmente de guión. Si bien es atractivo el inicio de su peregrinación alrededor de picos y nubes densas, esta se dilata en su camino hacia la costa, adonde llegaría en busca del hielo que no halló en los nevados deshelados. Los tiempos han cambiado y la naturaleza sufre los efectos del calentamiento global y las incurias del hombre, ergo el ukuku -símbolo de la cosmovisión andina y la conservación del medio ambiente- está desfasado de su contexto y por eso desvaría en la costa.
La inteligente premisa de contrastar la jocosa actitud del ukuku con la irritable conducta de los costeños como símbolo de dos mundos distantes, no dialogantes, se enturbia con un burdo desenlace escrito con la sutileza de un cómico ambulante. En una escena sobreactuada cual sketch, el tiendero acribilla al mitológico personaje en su bodega de la Panamericana Sur. Grotesca y desangelada, es una de las peores escenas del cine peruano en lo que va del siglo.
Sin embargo, hay aspectos a destacar en este cortometraje de 20 minutos, como la panorámica fotografía de Rafael Vizarreta, ataviada con efectos de edición; el majestuoso vestuario de lana del protagonista; la música instrumental compuesta por el criollo Miguel “Chino” Figueroa y la armoniosa narración en quechua del inicio de la leyenda. Por su lado, Vizcarra, también autor del guión de Django la otra cara, mantiene su nivel creativo, uno no muy auspicioso, por cierto.
Ukuku fue uno de los ganadores del Concurso de Cortometrajes de Conacine 2009.
Dir. Gastón Vizcarra 20 min Perú
Intérpretes: Sergio Espinoza (Ukuku), Hermelinda Luján (Cantinera), Akinori Sato (Tiendero), Miguel Vergara (Mototaxista), Sergio Bjork (Bebedor)
El Ukuku de Gastón Vizcarra respeta las características históricas del personaje, no obstante, sus errores son de narración, pero principalmente de guión. Si bien es atractivo el inicio de su peregrinación alrededor de picos y nubes densas, esta se dilata en su camino hacia la costa, adonde llegaría en busca del hielo que no halló en los nevados deshelados. Los tiempos han cambiado y la naturaleza sufre los efectos del calentamiento global y las incurias del hombre, ergo el ukuku -símbolo de la cosmovisión andina y la conservación del medio ambiente- está desfasado de su contexto y por eso desvaría en la costa.
La inteligente premisa de contrastar la jocosa actitud del ukuku con la irritable conducta de los costeños como símbolo de dos mundos distantes, no dialogantes, se enturbia con un burdo desenlace escrito con la sutileza de un cómico ambulante. En una escena sobreactuada cual sketch, el tiendero acribilla al mitológico personaje en su bodega de la Panamericana Sur. Grotesca y desangelada, es una de las peores escenas del cine peruano en lo que va del siglo.
Sin embargo, hay aspectos a destacar en este cortometraje de 20 minutos, como la panorámica fotografía de Rafael Vizarreta, ataviada con efectos de edición; el majestuoso vestuario de lana del protagonista; la música instrumental compuesta por el criollo Miguel “Chino” Figueroa y la armoniosa narración en quechua del inicio de la leyenda. Por su lado, Vizcarra, también autor del guión de Django la otra cara, mantiene su nivel creativo, uno no muy auspicioso, por cierto.
Ukuku fue uno de los ganadores del Concurso de Cortometrajes de Conacine 2009.
Dir. Gastón Vizcarra 20 min Perú
Intérpretes: Sergio Espinoza (Ukuku), Hermelinda Luján (Cantinera), Akinori Sato (Tiendero), Miguel Vergara (Mototaxista), Sergio Bjork (Bebedor)
jueves, 21 de julio de 2011
martes, 12 de julio de 2011
domingo, 3 de julio de 2011
FICHA DE EVALUACIÓN EL AVARO DE MOLIERE
EL AVARO
(Jean Baptiste Poquelín MOLIERE)
FICHA DE EVALUACIÓN
1.- Después de documentarte, señala los rasgos comunes entre la vida y obra de Molière y la de Shakespeare
2.- La comedia es uno de los géneros teatrales. ¿Dónde nace? ¿Qué características tiene? ¿Qué autores importantes han escrito comedias?
3.- La farsa es uno de los subgéneros de la comedia. ¿Qué características tiene?
4.- Molière crea en su teatro prototipos o arquetipos universales. ¿A qué nos referimos con esta denominación? ¿Cuáles son los que aporta? ¿Qué otros arquetipos de otros autores son famosos?
5.- ¿Qué es un clásico? ¿Por qué se dice que Molière es un clásico?
6.- En muchas obras de teatro clásico aparece la cuestión de la dote como un obstáculo o una ventaja de cara al casamiento de una pareja. Documéntate y explica qué es la dote y cuál era su finalidad. Da tu opinión al respecto.
7.- Realiza un esquema de la trama en el que se vean con claridad el orden de los sucesos.
8.- Para el desenlace, Molière recurre a un viejo procedimiento que ya utilizaban los griegos en su teatro. Se llama deus ex machina. Consiste en solucionar la trama con un desenlace feliz haciendo que algo exterior al conflicto aparezca por sorpresa y resuelva todos los problemas. Debe su nombre a que en el teatro grecolatino a menudo era un dios quien aparecía en escena por medio de un artefacto a modo de grúa y, con su poder, imponía un final feliz. Explica cómo se aplica en el desenlace de El avaro este viejo recurso y qué opinión te merece.
9.- Inventa otros desenlaces más verosímiles respetando las características de la comedia. ¿Cómo terminaría la obra si fuera un drama? ¿Qué crees que gustaría más al público?
10.-Define con claridad qué es la avaricia. ¿Qué razones puede haber para que Harpagón sea tan avaro? Aunque en la comedia no se explique, trata de imaginar qué biografía puede haber tenido un personaje tan obsesivo con el dinero.
11.-La crítica de los matrimonios impuestos a los jóvenes en contra de sus sentimientos es un tema que han tratado muchos autores de diferentes épocas en la literatura europea. ¿Qué otras obras conoces con este mismo tema?
(Jean Baptiste Poquelín MOLIERE)
FICHA DE EVALUACIÓN
1.- Después de documentarte, señala los rasgos comunes entre la vida y obra de Molière y la de Shakespeare
2.- La comedia es uno de los géneros teatrales. ¿Dónde nace? ¿Qué características tiene? ¿Qué autores importantes han escrito comedias?
3.- La farsa es uno de los subgéneros de la comedia. ¿Qué características tiene?
4.- Molière crea en su teatro prototipos o arquetipos universales. ¿A qué nos referimos con esta denominación? ¿Cuáles son los que aporta? ¿Qué otros arquetipos de otros autores son famosos?
5.- ¿Qué es un clásico? ¿Por qué se dice que Molière es un clásico?
6.- En muchas obras de teatro clásico aparece la cuestión de la dote como un obstáculo o una ventaja de cara al casamiento de una pareja. Documéntate y explica qué es la dote y cuál era su finalidad. Da tu opinión al respecto.
7.- Realiza un esquema de la trama en el que se vean con claridad el orden de los sucesos.
8.- Para el desenlace, Molière recurre a un viejo procedimiento que ya utilizaban los griegos en su teatro. Se llama deus ex machina. Consiste en solucionar la trama con un desenlace feliz haciendo que algo exterior al conflicto aparezca por sorpresa y resuelva todos los problemas. Debe su nombre a que en el teatro grecolatino a menudo era un dios quien aparecía en escena por medio de un artefacto a modo de grúa y, con su poder, imponía un final feliz. Explica cómo se aplica en el desenlace de El avaro este viejo recurso y qué opinión te merece.
9.- Inventa otros desenlaces más verosímiles respetando las características de la comedia. ¿Cómo terminaría la obra si fuera un drama? ¿Qué crees que gustaría más al público?
10.-Define con claridad qué es la avaricia. ¿Qué razones puede haber para que Harpagón sea tan avaro? Aunque en la comedia no se explique, trata de imaginar qué biografía puede haber tenido un personaje tan obsesivo con el dinero.
11.-La crítica de los matrimonios impuestos a los jóvenes en contra de sus sentimientos es un tema que han tratado muchos autores de diferentes épocas en la literatura europea. ¿Qué otras obras conoces con este mismo tema?
¿QUIÉN DESCUBRIÓ PRIMERO MACHUPICCHU HIRAM BINGHAM O AGUSTÍN LIZÁRRAGA?
Una tarde hace más de cien años, Agustín Lizárraga Ruiz localizó la ciudadela inca de Machupicchu. Una frondosa vegetación la envolvía. Para dejar constancia de su descubrimiento cogió un pedazo de carbón y grabó, en uno de los muros de las Tres Ventanas, la siguiente inscripción. “Lizárraga, 14 de julio de 1902 para la posteridad”. Hiram Bingham, que llegó nueve años después, vio ese sello. Lo anotó en una de sus libretas. Después omitió el detalle en sus memorias. Lizárraga era un un hacendado cusqueño, de él se conoce poco. El río Urubamba, que acordona Machupicchu con sus aguas pardas, le quitó la gloria. Se lo tragó cuando pretendía cruzarlo por un puente de madera que conducía de San Miguel a la ciudadela inca. Nunca hallaron el cuerpo.Era su segunda expedición (febrero de 1912), ocho meses después de que Bingham ascendiera a las ruinas. Lo acompañaban su primo Enrique Palma Ruiz, el capataz de su hacienda Collpani, Gabino Sánchez, y su peón Toribio Recharte. Éste último había tropezado poco antes con las ruinas de Incaracay, restos incas ubicados debajo del cerro Huaynapicchu, en el km. 117 de la actual vía férrea. Se abrieron con machete en mano por la montaña desde la hacienda Collpani en San Miguel (Aguas Calientes) para vencer lo abrupto de la naturaleza que había mantenido oculta la ciudadela por más de cuatro siglos. Así lo habían planeado sus constructores. Si en algo falló fue en no informar del hallazgo al Estado ni a la prensa. De esa aventura sólo sabían los pobladores de los pueblos de Mandorpampa y San Miguel. Así lo asegura Américo Rivas Tapia, autor del libro “Agustín Lizárraga: el gran descubridor de Machupicchu”, que será publicado el 4 de julio.
Una tarde hace más de cien años, Agustín Lizárraga Ruiz localizó la ciudadela inca de Machupicchu. Una frondosa vegetación la envolvía. Para dejar constancia de su descubrimiento cogió un pedazo de carbón y grabó, en uno de los muros de las Tres Ventanas, la siguiente inscripción. “Lizárraga, 14 de julio de 1902 para la posteridad”. Hiram Bingham, que llegó nueve años después, vio ese sello. Lo anotó en una de sus libretas. Después omitió el detalle en sus memorias. Lizárraga era un un hacendado cusqueño, de él se conoce poco. El río Urubamba, que acordona Machupicchu con sus aguas pardas, le quitó la gloria. Se lo tragó cuando pretendía cruzarlo por un puente de madera que conducía de San Miguel a la ciudadela inca. Nunca hallaron el cuerpo.Era su segunda expedición (febrero de 1912), ocho meses después de que Bingham ascendiera a las ruinas. Lo acompañaban su primo Enrique Palma Ruiz, el capataz de su hacienda Collpani, Gabino Sánchez, y su peón Toribio Recharte. Éste último había tropezado poco antes con las ruinas de Incaracay, restos incas ubicados debajo del cerro Huaynapicchu, en el km. 117 de la actual vía férrea. Se abrieron con machete en mano por la montaña desde la hacienda Collpani en San Miguel (Aguas Calientes) para vencer lo abrupto de la naturaleza que había mantenido oculta la ciudadela por más de cuatro siglos. Así lo habían planeado sus constructores. Si en algo falló fue en no informar del hallazgo al Estado ni a la prensa. De esa aventura sólo sabían los pobladores de los pueblos de Mandorpampa y San Miguel. Así lo asegura Américo Rivas Tapia, autor del libro “Agustín Lizárraga: el gran descubridor de Machupicchu”, que será publicado el 4 de julio.
Bingham y Lizárraga
Para la historiadora Mariana Mould de Pease, el mejor reconocimiento a Lizárraga ha llegado, justamente, por el lado de Bingham. Su tercer hijo, Alfred Mitchell Bingham, en su libro alude a una libreta de su padre. Allí anotó “Agustín Lizárraga es el descubridor de Machupicchu y vive en el pueblo de San Miguel, cerca del puente…”.Alfred da otro detalle. Su padre fue renovando su historia del descubrimiento hasta eliminar totalmente a Lizárraga en su memoria, quizá por celos.En febrero pasado, la nieta de Hiram Bingham confirmó que su abuelo no descubrió la ciudad inca, solo la dio a conocer. José Gabriel Cosio, catedrático de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, dijo allá por los años 20 del siglo pasado: “Machupicchu descubierta estaba el 14 de julio de 1902 por el señor Agustín Lizárraga y sus vecinos de San Miguel, señores Enrique Palma, Gabino Sánchez y Toribio Recharte”.
Para la historiadora Mariana Mould de Pease, el mejor reconocimiento a Lizárraga ha llegado, justamente, por el lado de Bingham. Su tercer hijo, Alfred Mitchell Bingham, en su libro alude a una libreta de su padre. Allí anotó “Agustín Lizárraga es el descubridor de Machupicchu y vive en el pueblo de San Miguel, cerca del puente…”.Alfred da otro detalle. Su padre fue renovando su historia del descubrimiento hasta eliminar totalmente a Lizárraga en su memoria, quizá por celos.En febrero pasado, la nieta de Hiram Bingham confirmó que su abuelo no descubrió la ciudad inca, solo la dio a conocer. José Gabriel Cosio, catedrático de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, dijo allá por los años 20 del siglo pasado: “Machupicchu descubierta estaba el 14 de julio de 1902 por el señor Agustín Lizárraga y sus vecinos de San Miguel, señores Enrique Palma, Gabino Sánchez y Toribio Recharte”.
El primer viaje de turismo
Al año siguiente del descubrimiento, Agustín Lizárraga hizo plantaciones de maíz, papa y verduras en las terrazas principales del grupo arqueológico de Machupicchu, dejando a su peón Toribio Recharte y familia a cargo de su cuidado. José Gabriel Cosio asegura que Lizárraga subía con frecuencia allí.Por todo eso, sus descendientes reclaman para este cusqueño reconocimiento. Han conformado la Asociación Civil “Descendientes de Agustín Lizárraga Ruiz” y cada 14 de julio realizan homenajes y actividades académicas en su honor. Estas pasan desapercibidas, como el descubrimiento de Machupicchu por Agustín Lizárraga en julio de 1902.Cada 14 de julio, los descendientes de Agustín Lizárraga organizan conferencias académicas respecto al tema y protagonizan una movilización en la Plaza de Armas de Cusco. Mario y Rómulo Lizárraga Valencia, nietos de Agustín Lizárraga, sostienen que la mejor forma de reivindicar a su abuelo sería por lo menos colocando una plaquita en el santuario dándole el crédito del hallazgo.Carlos Enrique Álvarez, bisnieto, agrega que sería interesante crear una institución educativa con el nombre de su bisabuelo y cambiar la currícula escolar.Dos años después del hallazgo, el 1 de julio de 1904, Enrique Palma, uno de los acompañantes de la primera expedición de Lizárraga, encabezó una excursión con nueve personas (9 varones y 3 mujeres), quienes llegaron a las históricas ruinas. Era la primera remesa de turistas que recibía la ciudadela.
Al año siguiente del descubrimiento, Agustín Lizárraga hizo plantaciones de maíz, papa y verduras en las terrazas principales del grupo arqueológico de Machupicchu, dejando a su peón Toribio Recharte y familia a cargo de su cuidado. José Gabriel Cosio asegura que Lizárraga subía con frecuencia allí.Por todo eso, sus descendientes reclaman para este cusqueño reconocimiento. Han conformado la Asociación Civil “Descendientes de Agustín Lizárraga Ruiz” y cada 14 de julio realizan homenajes y actividades académicas en su honor. Estas pasan desapercibidas, como el descubrimiento de Machupicchu por Agustín Lizárraga en julio de 1902.Cada 14 de julio, los descendientes de Agustín Lizárraga organizan conferencias académicas respecto al tema y protagonizan una movilización en la Plaza de Armas de Cusco. Mario y Rómulo Lizárraga Valencia, nietos de Agustín Lizárraga, sostienen que la mejor forma de reivindicar a su abuelo sería por lo menos colocando una plaquita en el santuario dándole el crédito del hallazgo.Carlos Enrique Álvarez, bisnieto, agrega que sería interesante crear una institución educativa con el nombre de su bisabuelo y cambiar la currícula escolar.Dos años después del hallazgo, el 1 de julio de 1904, Enrique Palma, uno de los acompañantes de la primera expedición de Lizárraga, encabezó una excursión con nueve personas (9 varones y 3 mujeres), quienes llegaron a las históricas ruinas. Era la primera remesa de turistas que recibía la ciudadela.
¿Cómo se escribe Machu Picchu o Machupicchu?
Para la Academia de la Lengua Española se escribe junto. Así está en libros, enciclopedias, láminas. Profesores, el mismo gobierno y empresas han adoptado esta verdad. Según la Academia Mayor de la Lengua Quechua, institución dedicada a la investigación y reivindicación del idioma quechua, Machupicchu se escribe junto. Juvenal Pacheco, integrante de la Academia, sostiene que es una palabra compuesta, por tanto la palabra debe presentarse en forma fusionada.La arqueóloga Piedad Champi también comparte la misma apreciación. Echa mano a un artículo de la revista El Geógrafo, del Instituto Geográfico Nacional, titulado “La insospechada importancia de los nombres geográficos”, para explicar que Machupicchu se escribe junto. Recuerda que los nombres geográficos (topónimos) de origen nativo pueden ser, gramaticalmente, simples sustantivos o frase o aun oraciones, por lo que los compiladores decidieron usar una sola expresión que representara la construcción idiomática gramatical.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)